martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº3863
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Opinión y Reflexión: Maldito De la Rúa

Por Matías Crowder.- (Matías Crowder ([email protected]) es platense, periodista, escritor y residente en Cataluñya) Hoy, cuando Shakira se acuerda en las redes de lo bueno que era su ex suegro, cuando le rinden homenajes con un duelo nacional, yo solo puedo decir: que dios le guarde, señor De La Rúa.


 

El 20 de diciembre de 2001 el país era un polvorín. Recuerdo que regresaba de Buenos Aires a La Plata y que abordé el último subte que hacía el viaje de Retiro a Constitución. Luego la línea se cortó. Ya en el viaje pude ver como la policía antidisturbios entraba a las estaciones, como bajaban los gases lacrimógenos en las paradas del centro porteño. Eran los mismos policías que protagonizarían la que hoy, pasado el tiempo, se conoce como “la masacre de Plaza de Mayo”.

 La gente corría en Constitución para alcanzar los últimos trenes. Parecían esas películas de la retirada yanqui de Vietnam, donde los últimos americanos abandonaban el país antes de perder la guerra. Nosotros no podíamos abandonar país alguno, ya que era el nuestro, y la guerra no tenía frentes, sino que estaba en todas partes, en forma de desocupación, saqueo y una total falta de esperanza hacia el futuro.

 Todo eso era De la Rúa, la consecuencia de su mandado, su muerte política al salir ese mismo día en aquel famoso helicóptero abandonando la Casa Rosada.

 Pero lo que más recuerdo de su gobierno, pese a haber pasado tan cerca de “la masacre”, era la sensación de que no sucedía nada. Me había quedado sin trabajo hacía pocos meses atrás y, como otros miles de desocupados de esa época, esperaba que sucediera algo. En cambio me encontraba frente a una especie de calma chica, que era una forma de resistir que hemos aprendido los argentinos, habituados a las crisis.

 Poco después me fui del país, así que De la Rúa fue de los últimos presidentes argentinos que tuve que soportar “in situ”, como se dice. Mi recuerdo de él, como el de muchos miles que dejamos el país por aquel entonces, es parte de la imagen que perdura en nosotros de Argentina. Y De la Rúa no se lo merece, no se merece que algo de nosotros le pertenezca, así sea nuestro recuerdo. Por eso miles de argentinos que conocí en el exilio le dicen “el maldito”, porque casi todos dejaron Argentina en esa época, empujados, obligados, con la cola entre las patas.

 Hoy, cuando Shakira se acuerda en las redes de lo bueno que era su ex suegro, cuando le rinden homenajes con un duelo nacional, yo solo puedo decir: que dios le guarde, señor De La Rúa.

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