miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº3864
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Los loquitos de La Loma

Por Matías Crowder.-Eran tres hermanos. En el barrio La Loma de La Plata les decían “los loquitos”. Quizás porque solían andar por la calle, siempre mal vestidos, sucios y desgreñados, con unos volantes de automóviles en la mano, como si condujeran cada uno un carro invisible.


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Eran tres hermanos. En el barrio La Loma de La Plata les decían “los loquitos”. Quizás porque solían andar por la calle, siempre mal vestidos, sucios y desgreñados, con unos volantes de automóviles en la mano, como si condujeran cada uno un carro invisible. El hermano mayor era el líder. Tenía en el cinturón dos pistolas de juguete y solía reñir a los otros dos. No hacían mal a nadie y vivían en una casa abandonada de calle 17 que tenía un murallón alto, desde donde espiaban a los peatones y les tiroteaban con sus armas de juguete. Para ellos no había más mundo que el barrio. Y tampoco todo el barrio sino unas pocas calles en el radio de la casa de calle 17 y 41. 

 Los vecinos les dejaban comida. Incluso le compraban los medicamentos. Recuerdo haber visto a una vecina peinándoles y cortándoles el pelo sentados en unas sillas en la calle. Si no los conocías, daba miedo verlos venir, acelerando motores por calle 17, pasándote al ras, quemando llanta. Pero la gente del barrio los conocía bien y, por alguna razón, seguramente vinculada a su inocencia y falta total de maldad, les quería. Eran algo así como un bien común.

Un día apareció entre ellos una mujer, no tendría ni veinte años, a las claras con similares problemas mentales que el resto. Entonces comenzó el culebrón. Los tres se enamoraron de ella.  El amor en ellos tenía un efecto virulento, manifestándose de forma radical. Celos, declaraciones de amor en plena calle, ramos de flores, peleas, de todo había. Pronto dejaron los volantes de coche para ir del brazo de la chica por la calle, los tres.

 Pese a que al final se los terminaran llevando al manicomio de Romero, siempre me llamó la atención esa adopción que había hecho el barrio La Loma de ellos. Esa denominación (tácita) de “bien común”. De patrimonio humano. Y eso mismo es algo que se ha perdido en muchos barrios de la ciudad, pasadas décadas de inseguridad y violencia, de entraderas, de asaltos, de un terror continuado. Y de que en todo La Loma, como en el resto de barrios platenses, comenzaran a crecer decenas de altos edificios y la gente se volviera desconocida, incluso los que llevaban viviendo allí toda la vida. Se ha perdido esa red, o al menos se ha deteriorado mucho, ese vínculo, esa protección, solo por ser del barrio. 

  # Matías Crowder ([email protected]) es platense, periodista, escritor y residente en Cataluñya 

 

 

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