viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3859
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El cisne negro de la desobediencia civil

*Por Jorge Joury.- Cada día que pasa, la supervivencia del virus hace crujir con más fuerza la billetera del Estado y genera delirios de todo tipo en materia de opiniones.


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Por:
Jorge Joury
 
 
Hay quienes aseguran que las reservas del Banco Central están por debajo de los diez mil millones de dólares.Creen que por esta circunstancia, el Gobierno se vio obligado a subir la tasa de interés al 30% y frenar la compra de dólares. Otros advierten que tarde o temprano la monumental emisión monetaria terminará explotando en un cuadro de hiperinflación. Cada día que pasa, la supervivencia del virus hace crujir con más fuerza la billetera del Estado y genera delirios de todo tipo en materia de opiniones. Un cómico, al que se le podría perdonar sus dislates por su condición de tal, pide que si vamos a ser Venezuela, lo seamos de una vez por todas. Todo muy loco. Y encima, frente a este escenario, donde se observa un Estado presente rompiendo el chanchito para auxiliar a casi el 90% de los hogares, apareció un nuevo cisne negro. Son voces que llaman a la desobediencia civil, aunque sin prender fuego en las calles con barricadas, ni arrojar piedras. Lo hacen taladrando cerebros. Emergen como hongos venenosos del torrente sanguíneo de cierta corriente de intelectuales, la mayoría de la siempre pródiga tierra de Barrio Norte o de los countries, donde están protegidos porque el virus tiene la entrada prohibida. La que más se visibilizó hace horas, fue la del escritor y ensayista Juan José Sebreli, que eligió el aire amigo del canal TN del Grupo Clarín, para asegurar que su reclamo es una medida "perfectamente democrática". De manera irresponsable, pero sabiendo que hay un público que mira esta propuesta con enorme simpatía, el intelectual arengó a que la gente salga a la calle y que los comerciantes abran sus negocios en contra del decreto presidencial que establece el período de aislamiento social preventivo y obligatorio, aún vigente en la Ciudad de Buenos Aires y en la Provincia.
Después de que se confirmara la cifra de más de 13 mil infectados en todo el país, Sebreli salió a la carga con que "la desobediencia civil está en los tratados más democráticos del mundo".
"Significa que todos los comerciantes que van a cerrar porque no pueden sostenerlo, todos la mismo día levanten las persianas y que toda la gente salga a la calle", afirmó. Y continuó: "Esa es la solución, no podemos mirar para adelante porque esto sigue avanzando y no hay ninguna oposición, la oposición no hace nada". Consultado sobre qué pasaría si con ese consejo muchos salieran a la calle y se contagiaran, negó que fuera a suceder: "No, porque los contagios ahora están en los geriátricos y las villas miserias".   
Pero Sebrelli no está solo en esa isla.Sabe que una gran porción de ciudadanos lo acompañan en su pensamiento. Por ejemplo, el periodista especializado en Economía, Alejandro Bercovich, reveló en las últimas horas que un grupo de poderosos empresarios estuvieron a punto de publicar una proclama para enarbolar la misma bandera. Dice el colega que los que evitaron el papelón fueron Martín Migoya y Guibert Englebienne, fundadores de Globant. Según Bercovich, el domingo, después de la extensión oficial de la cuarentena hasta el 7 de junio, el grupo de whatsapp empresario "Nuestra Voz" estuvo a un paso de visibilizar una proclama convocando abiertamente a la desobediencia civil. La impulsaban entre otros Cristiano Rattazzi (Fiat), el cordobés Gerardo Abdala (dueño de la distribuidora de indumentaria Sportcom), la bodeguera y ex diputada de Cambiemos Susana Balbo y el neuquino Diego Manfio, proveedor de petroleras en Vaca Muerta.
"Como supimos quedarnos en casa sabremos salir con prudencia. Porque si nos seguimos quedando en casa aparecen otros peligros y amenazas", advertía el texto. "Si nos seguimos quedando en casa compramos el terror que nos quieren vender", abundaba después, sin mencionar a el/la vendedor/a ni esgrimir argumento científico alguno. Bajo una banderita argentina -ya tenía incluso diseño gráfico- cerraba con dos máximas: "Sin trabajo no hay salud ni dignidad ni vida" y "sin libertad no hay democracia". Casi un calco de las pancartas que se verían 24 horas después en la marcha de liberales autoconvocados a Plaza de Mayo y en la caravana de autos que salió de los barrios cerrados del complejo Villanueva, en Tigre.
Si los empresarios pensaban en que la pretensión del Estado era quedarse con parte de sus acciones, como lo sugería la diputada Fernanda Vallejo a través de su proyecto, el Presidente lo desmintió de plano.
Las versiones que deambulan por los medios, obliga a pensar sobre  una campaña en las sombras bien articulada desde la política y algunos grupos de poder, para horadar el poder de fuego de AF, al que la mayoría de las encuestas le atribuyen niveles históricos de aceptación.
A pesar de que Alberto Fernández sigue defendiendo su decisión política entre Salud vs Economía, la realidad es que la segunda variable está cada vez más frágil. No es una creencia subjetiva, sino una opinión de datos contantes y sonantes.
Hay signos muy preocupantes donde los precursores de la anticuarentena encuentran caldo de cultivo para romper cadenas. Por ejemplo, hace unos días se informó algo que realmente debería llamarnos la atención. Es el fuerte endeudamiento que están atravesando las familias. Según informó la consultora CERX, el stock de endeudamiento de las familias creció 9,5% en mayo empujado por las deudas no bancarias que aumentaron 25,9%. Dicho de otra manera y sin anestesia, 9 de cada 10 familias acumularon deudas.
La pandemia sorprende a nuestro país en un pésimo contexto. Hay extrema fragilidad económica. Gobierno nuevo, crisis de confianza, mercados cerrados, ocho meses de riesgo país en zona de default, recesión, estancamiento estructural, más de diez años de inflación sistémica y al alza, Banco Central quebrado y una economía que aún arrastra desequilibrios macro.
Observando el contexto internacional, podemos reflexionar: ¿Se podría haber encarado mejor esta emergencia? El principal factor de crítica que se aplica es el tempo de aplicación. Y aquí viene otra duda: ¿Fernández se apresuró demasiado a aplicar la cuarentena total, cuando recién en Argentina se comenzaban a ver algunos casos y ahora, en que el crecimiento es realmente exponencial, la economía ya no tiene más capacidad de flexibilización para soportar una semana más encerrada?.
Con el diario del lunes es fácil. ¿Pero si en aquel momento el Presidente hubiera aplicado otra fórmula y apilado miles de muertos, qué costo político hubiera pagado?. Hoy se lo señalaría como otro Bolsonaro.
Se estima que por cada semana que pasa la economía paralizada, se pierde aproximadamente el equivalente a 1% del PBI, es decir USD3.500 millones. Si contemplamos que dentro de poco tendremos una cuarentena de 80 días, podemos proyectar una pérdida económica de USD40.000 millones.
Es muy cierto que la incertidumbre económica y política que hoy afecta a la sociedad es una variable muy importante a considerar. Pero estamos en el medio del río y  en los manuales históricos siempre se aconseja no cambiar de caballo. La realidad hoy ya no permite grandes capacidades de maniobras. Cualquiera de ellas que falle, sería una catástrofe. ¿Qué podemos aguardar de lo que viene?. Ni siquiera Alberto Fernández lo sabe, pero esperemos que sea lo menos dañino para nuestro país.
La discusión no es sobre la efectividad de la cuarentena, de hecho Argentina es un buen ejemplo práctico de su eficacia. El desafío, es instrumentar una salida ordenada antes que la economía se estrelle y el daño social y hasta sicológico sea insoportable. No hay recetas mágicas y no es un camino unidireccional, pero necesitamos un plan de salida que de certezas. Tal vez sea la hora de convocar a un consejo económico social para que ayude a trazarlo, como lo hizo Eduardo Duhalde en el 2002. La única manera de salir, es entre todos.
 
 
 *Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.   
 
 

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