Muertos, incendios, autos y locales destrozados, saqueos, represión policial, gases y piedrazos, personas  con metralletas cuidando comercios, y desobediencia frente al toque de queda. Sumemos que son los que más muertes por coronavirus tienen en el mundo y que sumaron millones de despedidos, muchos sin derecho a indemnización.

Si esto que sucede en Estados Unidos pasara en Argentina, Venezuela u otros países, CNN, Clarín, TN, Infobae, La Nazión, Telefé noticias, panelistas que abordan todos los temas y más, todos estarían tratando de convencernos que esa violencia es la consecuencia del populismo, hablando de la grieta salvaje de racismo, los 70 años de peronismo, deslizarían un “ahí están los planeros saqueando porque así les enseñaron”, asegurándonos que “en países serios esto no ocurre” y tantas otras mentiras que han logrado disfrazar de sentido común.

Lo que en otros países hubieran sido titulado “guerra civil” o “caos social” al suceder en Estados Unidos los titulaban maquillados, eran “incidentes raciales” o “tensión” hasta que claro, cuando ya las protestas llegan a las puertas de la casa Blanca, no pudieron disimularlo más.

Una forma de mentir para crear opinión. Aquel país con las pensiones y salarios mínimos (en dólares) más altos de Sudamérica, el que proveía netbooks a los pibes que estudiaban y construía varias universidades, tenía un calendario de 19 vacunas gratuitas, el plan pro.cre.ar, el satélite propio en el espacio, el de los canales de historia e infantil con artistas argentinos trabajando, el país que con errores, como todos, caminaba sin necesidad de endeudarse con el FMI, según lo que nos decían conductores, periodistas, páginas, radios, diarios y canales, todas herramientas de las mismas empresas mediáticas, era un país en crisis porque faltaban vasos de starbucks y, especialmente, ellos sospechaban que se estaban robando todo en bolsos (Siglo XXI). Cuando llegaron al poder sus candidatos: los pobres pagaron 500% más de tarifas pero a los ricos le perdonaban las deudas; El oro que curiosamente habían dejado en las reservas los sospechados de ladrones, lo mandaron a Inglaterra; Nos endeudaron a todos con el FMI a 100 años; Subieron el desempleo y los índices de pobreza; Fueron pasando todos los semestres con promesas vacías sin que nada mejorara y el dólar – en cuatro años – se fue de $9,60 a $57,75 mientras integrantes del gobierno y familiares aceptaban tener cuentas escondidas en el exterior. Mientras tantos los medios ya no mostraban secretarias falsas o cuentas de bancos que al final eran inexistentes, o pedían indignarse por el nombre en lugar de alegrarse por un nuevo hospital; Ya en la nueva etapa entretenían a nuestra gente con excavaciones en el sur o mostrando el allanamiento de la casa de Cristina (Pero… ¿No nos habían dicho que vivía en una suntuosa mansión con bóvedas con lingotes dorados y varios pisos? en fin…) Lo que en Venezuela era represión en la Argentina de Macri eran incidentes. Lo que había quedado después de espiar y grabar era que Cristina Fernández decía malas palabras. Lo que decía o llevaban a cabo Rafael Correa, Evo Morales, Cristina ayer, hoy Alberto Fernández, lo mostraban como discutible, dudoso, o con aires de algo corrupto. Y si algunos contestaban eran insolentes. Los números que muestra Canel, o Putín, o Maduro, siempre, para ellos, son inexactos. Pero eso sí, los muertos amontonados en fosas comunes en Estados Unidos, su endeble sistema de salud no son signos o pruebas de nada malo.

Estos medios y sus empleados nunca hablaron de la “inseguridad” del país donde más gente muere por armas de fuego entre suicidios, robos, accidentes y tiroteos. Como he dicho antes: mienten en grande, desmienten en chiquito. Sospechan y critican para un solo lado. Avalan siempre a los que, como ellos, mienten. Defienden a los que nunca te van a defender a vos. Ni la Sociedad Rural, ni los dueños de cadenas de hipermercados, ni los que tienen cuentas en Panamá, ni los que te cobran lo que ellos quieren el cable, el partido de futbol y el teléfono nuevo, ninguno de esos te va a ayudar y son los que le pagan o manejan los canales que nos señalan quienes supuestamente son malos o buenos, honestos o ladrones. Mentirnos es su mejor negocio. Pero los hechos a veces los superan, cuando la desigualdad o la injusticia crecen demasiado, el blindaje termina cayendo y no alcanzan a tapar lo que aspiran tapar. Se olvidaron de la economía de todos nosotros durante cuatro años, diciendo es un “reajuste” pero ahora, en medio de una pandemia, se hacen los preocupados. Y eso que les cuesta mentir dada la escalada de violencia que vive su “modelo”,  ese país «serio» liderado por un rico que no necesita robar, que se autoriza a sí mismo a retar a los países populistas que tienen petróleos y defienden sus industrias. Cuando te hablan de allá o de acá, da lo mismo para las empresas mediáticas. Mienten. Nunca explicaron que Estados Unidos no es sólo Hollywood y la 5ta avenida. No enfocaron la basura ni dijeron que tiene mucha gente que no la dejan respirar. Ninguno de estos medios te van a decir una gran verdad: Todos los saqueos que hagan los “negros” no le llegarán ni al 1% de lo que Estados Unidos le sacó a ellos, a sus padres y a sus abuelos, a quienes violaron, humillaron, encarcelaron, asesinaron, utilizándolos como esclavos.

Es bueno recordar hoy aquellas palabras de Malcom X: «Si no estamos prevenidos ante los medios de comunicación, nos harán amar al opresor y odiar al oprimido»

# Escritor, periodista y director de www.Argentones.com.ar pensamiento argentino para la Patria Grande