Viernes 8 de agosto de 2025 - Edición Nº4335
Diario Full » SOCIEDAD

Opinión y Reflexión: "Ojo al piojo que no es pecado odiar la cocina"

Por # Teresa Urriza.-Últimamente me estoy haciendo algunas preguntas, partiendo del hecho de que ni me gusta cocinar,ni es mi vocación ser cocinera. Pero resulta que, cuando lo expreso, casi lo hago a la defensiva, haciéndome la graciosa, para no sentirme fuera de época, porque parece que hoy casi a una gran mayoría, se le despertó la vocación ¡por volver a la cocina


TAGS: TERESA, URRIZA, COCINA

 

¡Años peleando por salir de la cocina, por tener protagonismo en áreas vedadas para las mujeres, la política (ni siquiera votábamos), la economía, los puestos gerenciales, el periodismo, los foros de la intelectualidad y todos los lugares o trabajos culturalmente considerados como masculinos!

Los cambios en los procesos culturales de organización social, se dan de a poco o con revoluciones explosivas. En ese trayecto, durante mucho tiempo algunos extremos lograron hacer de las suyas. Tanto, que hasta el machismo logró, tal vez de modo no ex profeso, que los cómicos -a quienes admiro por su capacidad de observación y síntesis de las costumbres-, describieran algunas maneras de pensar de la siguiente manera:“Si querés darle más  libertad a una mujer, agrandále la cocina o agregále una hornalla”; “una bruja no tiene una escopeta,  tiene una escoba”; “las mujeres se entienden muy bien con las cacerolas”. Todo esto, para quien se lo toma en serio, era irritante por lo despectivo, porque su trasfondo era que de esa manera pretendían definir para qué servíamos.

¿De dónde viene de la palabra servir? Tiene varias acepciones.Etimológicamente viene del latín servus, esclavo. También puede querer decir ser hábiles o útiles.La acepción más romántica y que más me agrada,es estar al servicio del otro, el prójimo.

¿Para qué servimos las mujeres? Últimamente me estoy haciendo algunas preguntas, partiendo del hecho de que ni me gusta cocinar,ni es mi vocación ser cocinera. Pero resulta que, cuando lo expreso, casi lo hago a la defensiva, haciéndome la graciosa, para  no sentirme fuera de época, porque parece que hoy casi a una gran mayoría, se le despertó la vocación ¡por volver a la cocina!Siento que si decís que odiás la cocina, podés pasar a ser considerada desde despreocupada por la alimentación de tu familia, a completamente, no cool o muchos etcéteras.

Pareciera que a la alimentación se le otorgan muchas connotaciones intrínsecas, que por cierto las tiene, como su vínculo con la salud o con el cuidado
de los que amás. Y ahora, hasta llegó a tener cierta sensualidad. O sea, estar entre ollas y sartenes, puede llegar a ser más sexy que un baby doll con perfume francés. Pero veamos. Supongamos que invitás a alguien a comer a tu casa. ¿Sería más sexy tener olor a cebolla y recibirlo con una comida exquisita o esperarlo arreglada y perfumada con una linda música,aunque teniendo de comer una lata de atún?

Puedo entender la vocación del arte culinario. También puedo entender que, al ser una actividad imprescindible para el desarrollo humano y su vida, es sabio tomarla con alegría y no como un sufrimiento. ¿Pero que de golpe ataque a una gran mayoría de hombres y mujeres una desaforada vocación de volver a la cocina? ¿Hasta a un puchero hay que convertirlo en “sofisticado”?

Vayamos para otro lado, en escala macro. Por lo menos en mi país, que es el que conozco, me pregunto:¿quiénes son los grandes empresarios de la gastronomía?¿Quiénes han hecho de su vocación una empresa rentable, por medio de sus restaurantes o cadenas? ¿La mayoría son hombres o mujeres? Los premios Nobel de la cocina, que son los Michelines,¿los han ganado hombres o mujeres? Mauro Colagreco y Paulo  Airaudo no son mujeres, pero por lo menos son los únicos argentinos con esa cucarda. En la Cámara de Restaurantes, las autoridades son seis mujeres y quince hombres.

Si bien es cierto que hoy los hombres comunes también abrazaron el arte de la cocina o se ocupan de cocinarleun bife a sus hijos, su familia o su novia, no llegan a decir que cocinar es fascinante y hasta sexy. Y si cualquiera de ellos dice“no tengo idea ni cómo se pela una papa”,  no se siente  mal y lo  expresa displicentemente. Digamos que el hombre, si cocina, es un plus. En cambio,si yodigo “¡odio la cocina!”, ¿por qué siento que fallo completamente, como madre, como mujer y como sensual? ¿Por qué me veo obligada a aclarar, con cierto complejo, “yo me ocupo de alimentar, no de ser chef”?¿Por qué si digo “no me gusta cocinar”,se da por sentado que le doy comida chatarra a mi familia? ¡Justo ahora, en que  hay que tomar jugos verdes! ¡Justo ahora quea las comidas comunes y corrientes de toda la vida, las tenemos que hacer más sanas y con productos más naturales por las recomendaciones de la ciencia, la cual nos indica que comamos ciertos alimentos y de tal manera y que otros están prohibidos!Por suerte quedan unos trucos, como decir que al guiso le agregás, qué sé yo,  la cebolla morada de la huerta  orgánica, y eso queda muyyyy biennn (aunque en la misma mesa pongas una bebida cola que antes-por lo menos en mi familia- era sólo para los domingos, mientras que ahora la podés poner en la mesa todos lo días o tomarla en cualquier momento).

No estoy haciendo una campaña para ningún lado, ni en contra de nada. Sólo me hago preguntas, para que no me lleven como chico a misa, a la casa naturista o a la huerta, que por otra parte tengo.

Pero me pregunto, mi huerta,¿será sana? ¿Y los controles  bromatológicos que toda la industria alimenticia tiene que pasar? ¿Y toda esa parafernalia de costos de control que todos pagamos con nuestros impuestos? ¿Servirá para algo o será sólo para encarecer nuestro alimentos?Hasta  la verdulería de la esquina, pobre, debe pagar esos costos.Y a mi huerta, ¿quién la controla?¿Yo? ¿Algún gatito o perrito no habrá pishado la tierra en  mi huerta? Alguna paloma, ratita o pajarito descuidado, con algún bicho raro en su aparato digestivo,  ¿no se habrá posado sobre mis plantas de tomate? No lo sé; es incomprobable.

En síntesis: ¡por favor, no me manden a la cocina! ¡Y no me miren mal si digo no me gusta cocinar! Reconozco, miserablemente, que ¡tampoco tengo buen paladar! Celebro que haya muchos a los que se les despertó la vocación de la cocina. ¡Eso es muy buenoooo!También envidio a quienes no lo toman como su vocación, aunque cocinan todos los días  felices. Sólo les agradecería, eso sí, que me manden la vianda.

Dejemos que los que tienen vocación por el arte culinario desarrollen sus habilidades y nos deleiten, aunque sea compartiendo sus recetas o exquisiteces. Dejemos también que  los comunes mortales disfruten de alimentar a sus familias lo más sano y rico posible. Pero concédanme una cosa. Detengámonos un segundo a pensar en los deplorables seres que no tenemos esas virtudes o condiciones, pero tenemos otras. ¿No sería también bueno que, mientras hacemos en un minuto un bife con ensalada, optimicemos nuestro tiempo para desarrollar aquello en lo que podemos ser buenos? ¿O, simplemente, que podamos charlar en familia, sin tener que concentrarnos enponer o sacar  cada ingrediente?

A nosotros déjennos que trabajemos  tranquilos y confiemos en que la industria alimenticia haga  bien su trabajo y llegue a nuestra mesa familiar con productos saludables y ricos. Eso nos ahorrará tiempo y nos permitirá salir corriendo de la cocina a hacer otra cosa que nos guste. ¡Graciassss!

# Concejala de La Plata MC

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias

VIDEOS