martes 16 de abril de 2024 - Edición Nº3856
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A 10 años la muerte de Kirchner, historia secreta de cómo se gestó su candidatura

*Por Jorge Joury.- Muchos intendentes, de los denominados Barones del conurbano, rechazaron en su momento su candidatura presidencial. Alegaban que su figura no tenía proyección.


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Jorge Joury

 

A diez años de la muerte de Néstor Kirchner me toca revelar lo que pocos conocen: la jugada maestra de Eduardo Duhalde para darle salida al menemismo, oxigenando al peronismo con un hombre que no estaba en los planes de nadie. Muchos intendentes, de los denominados Barones del conurbano, rechazaron en su momento su candidatura presidencial. Alegaban que su figura no tenía proyección. Duhalde la tuvo que imponer con forceps y mano firme. Fue durante una reunión secreta en Lomas de Zamora. Allí estaban las cabezas principales de ese poderoso ejército bonaerense, acostumbrado a traccionar votos.
"De la Sota no movió el amperímetro. El Lole Reutemann no quiere. Entonces, tiene que ser Néstor Kirchner", dijo el ex presidente. Su olfato le indicaba que iba a colocar un mojón en la historia del peronismo. Hugo Curto, que era por entonces intendente de Tres de Febrero, se paró y preguntó sin pelos en la lengua: ¡ Nadie lo conocé. Qué otra opción tenemos!. "Ninguna", aclaró Duhalde. Rápido de reflejos y para ayudar a su Jefe político, el primero en apoyar la moción fue el legendario alcalde de Florencio Varela, Julio Pereyra. "Yo le armo el primer acto en mi distrito", aclaró. Tiempo después Kirchner tuvo en El Molino, un lugar emblemático del folklore peronista de la Tercera Sección Electoral, su primer acto multitudinario. A su término, ese hombre que venía del Sur, impresionado por la concurrencia, le agradeció a Pereyra y lo cautivó con una frase que le endulzó los oídos : "¿Julio, si soy presidente, qué querés?". "El Hospital El Cruce y la Universidad Arturo Jauretche", respondió el alcalde varelense.La suerte estaba echada y cuando entró a La Rosada, Kirchner cumplió su promesa.
Cuando falleció, Pereyra lloró y lo despidió desgarrado por el dolor:“Se nos fue un gran Patriota, un gran argentino y, en lo particular, un gran amigo. Los argentinos estamos de duelo por Néstor Kirchner, un revolucionario que, en el peor momento del país, reivindicó a la política como herramienta transformadora para lograr los sueños que tenemos los argentinos, y así, puso de pié a la Patria: nos devolvió la esperanza a todos". Esa mañana, el intendente de Varela se descompensó por la infausta noticia y hubo que internarlo.
Con solo el 22% de los votos, Kirchner, el dirigente desconocido por muchos, comenzaba la gestión en una fecha excepcional tras la entrega del poder del entonces presidente elegido por el Parlamento, Eduardo Duhalde. Fue en medio de una de las peores crisis de la historia del país. El ex gobernador de Santa Cruz, fue un verdadero constructor de polìtica. Y lo primero que hizo fue demostrar que no era el "chirolita de Duhalde". A diferencia de Cristina, manejaba al PJ y al movimiento sindical, como un guante.
Este martes se cumplen diez años de su muerte y encuentra a la Argentina con un gobierno que quiere reivindicar su figura, pero que atraviesa por una crisis inédita, con los matices de algo similar a una maldición bíblica . La economía se cae a pedazos y el dólar vuela, en un marco endemoniado. La pandemia ha pegado peor de lo previsto, y la pobreza y el desempleo crecieron a niveles insostenibles. No obstante, la globalidad de la coronacrisis proporciona una narrativa de justificación. Es bien cierto que todas las economías sufrieron los efectos letales y no somos una excepción. Pero también hay buenas razones para sospechar que el impacto local de la catástrofe sanitaria es especial.
Esa historia es una enorme responsabilidad que pesa sobre los hombros de Alberto Fernández, y uno de los mandatos implícitos en los 13 millones de votos que obtuvo en la elección popular del 27 de octubre de 2019.
El ciclo kirchnerista no hubiera existido sin el éxito de la política económica que le dio Néstor entre 2003 y 2007. Se trató de una continuación virtuosa del cambio de modelo que comenzó en la gestión de transición de Eduardo Duhalde. Hay que destacar que el caudillo de Lomas de Zamora le dejó a Kirchner un gabinete aceitado, con la presencia rutilante de Roberto Lavagna. Además, Jorge Remes Levnicov había concretado el trabajo sucio de devaluar. De esa manera, el camino quedó despejado para poner el velocímetro en cero. Así fue como la nación despegó, después del ciclo devastador de la Alianza.
Me contaba Jorge Sarghini, uno de las principales espadas de Lavagna en aquella gestión, que "Kirchner manejaba la economía del país como si fuera la de su casa. Todos los días llamaba a Roberto y le preguntaba: cuánto entró y cuánto podemos gastar. Luego anotaba en una libreta". Tras la salida violenta del régimen de convertibilidad, las posteriores gestiones peronistas fomentaron, gracias a los nuevos precios relativos de la economía, el aumento de la producción y la sustitución de importaciones. La economía creció a tasas altísimas durante varios años seguidos. Tuvo un contexto externo claramente favorable. El boom de la soja a 600 dólares la tonelada y otras commodities, fueron administrados con prudencia fiscal y monetaria durante un buen tiempo. Recordar las políticas sociales, regionales y reformistas del kirchnerismo, sin ver el nexo entre esos “lujos” y la sustentabilidad macroeconómica inicial, es como quedarse con el resumen de los goles sin mirar el partido completo.
Hoy el mundo de 2020 no es el del post-2001 antes, y la Argentina tampoco. No hay boom de la soja, la sociedad espera más bienes y servicios, y los actores económicos están a la defensiva como nunca. Lo que se mantiene constante es la demanda de soluciones al peronismo.
No obstante, tal vez 2021 requiera una nueva fórmula. Cabe preguntarse, en todo caso, si el legado de Néstor Kirchner es una receta única, útil en toda circunstancia, o si acaso consiste en un método decisorio: la audacia de estudiar el contexto y optar entre las alternativas que ofrece cada época.
El gobierno de Néstor Kirchner aseguró la pervivencia generacional del peronismo. Hizo ingresar a una generación a la militancia y a la identidad peronista después de diez años en los cuales para muchos de los jóvenes el peronismo era algo bastante lejano.
Incorporó a organizaciones de Derechos Humanos, movimientos piqueteros o territoriales, que terminaron confluyendo en una identidad.
El kirchnerismo tuvo siempre presente la herramienta del Estado, mientras otros movimientos de izquierda o de centroizquierda tenían una relación ambivalente con él. Para el kirchnerismo, el único actor posible para transformar la realidad es el actor estatal.
Este martes el Gobierno instalará en la absoluta cercanía al imponente edificio del Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK) una estatua que recrea la figura del ex mandatario que alguna vez se alzó en la sede central de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en Ecuador. Fue quitada de ese sitio original por impulso del actual presidente de ese país, Lenín Moreno. "Es un símbolo de la corrupción", fue el argumento.
La estatua, de casi 2,3 metros de alto y 600 kilos de peso, se encontraba arrumbada en algún galpón de Quito hasta que la República Argentina pidió repatriarla. El monumento fue tallado en bronce por el artista Miguel Jerónimo Villalba. El mismo hacedor tuvo que arreglarla para el acto que supone, según dijo el propio Presidente, su instalación en un sitio en el que ahora estará "para siempre".
Diez años después de la mañana en la que un país se despertó con la noticia de que Néstor Kirchner había muerto, la Argentina está otra vez sumergida en una crisis. La situación es tan crítica como el naufragio de 2001. El combo de híper endeudamiento condicionante para las políticas públicas que dejó el gobierno de Mauricio Macri, la fuga sistémica de capitales y la escasez de reservas, configuran un escenario incierto. Es una miscelánea oscura que al mismo tiempo abre interrogantes para la continuidad del proyecto del Frente de Todos.
Otro hecho político es este martes, es el reencuentro entre Alberto y Cristina en la inauguración de la estatua, justo en medio de insistentes versiones de una relación que todos aseguran que se ha enfriado. La foto podría representar un mensaje de unidad para cauterizar heridas en el momento más dramático, donde la confianza en el gobierno se ha devaluado. La moneda está en el aire.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.

 

 

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