martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº3863
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El Mauro Viale que conocí, amado y odiado, pero un animal periodístico

Por Jorge Joury.- Fuí varias veces como invitado al programa de Mauro Viale. Puedo decir que "Mediodía con Mauro" fue como una trompada de impactos, donde aparecían los detalles judiciales de la causa por narcotráfico que involucró a Guillermo Coppola.


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Por:
Jorge Joury

 

Fuí varias veces como invitado al programa de Mauro Viale. Puedo decir que "Mediodía con Mauro" fue como una trompada de impactos, donde aparecían los detalles judiciales de la causa por narcotráfico que involucró a Guillermo Coppola. Esos hechos se exponían con la misma brutalidad con la que la galería de testigos e imputados desfilaban en cámara sin temor a discusiones de todo tipo y factor, peleas físicas incluidas. Samantha Farjat y Natalia Denegri fueron las protagonistas de aquél Talk Show que mantuvo en vilo al país en 1996. Fue el momento en el que Viale pasó ser simplemente “Mauro” para el común de la gente.
Con buen olfato sabía elegir el menú más apetecible para la audiencia y a los temas los exprimía a fondo, siempre manejando la sorpresa como golpe certero.
Construyó desde la información un show que podía alcanzar ribetes impensados con consecuencias imprevisibles como cuando terminó a las trompadas con el empresario Alberto Samid.
Periodista de raza, productor incansable, en los últimos años el mismo Mauro se había apartando de aquella huella que él mismo había construido con tanta popularidad, pero siempre conservaba el fuego sagrado de sorprender con la pregunta inesperada o dejar picando una cuota de misterio.
En los últimos años batió récord de audiencia en A24 con el asesinato de la pequeña Candela. Allí armaba una orquesta roja con periodistas y abogados sedientos de protagonismo. Los hacía opinar a todos con su audacia característica, metiéndose en laberintos inexplorados que atrapaban a la audiencia..Dueño de un estilo único, tan polémico como personal, Mauro podía juntar a Jorge Asis, Daniel Hadad y Enrique Macaya Márquez y llevarlos hacia el terreno que quería explorar, como tuve oportunidad de ver en uno de los programas del cual participé.
Hay que reconocer que abrió un camino inexplorado en la TV. Fue el impulsor de un género periodístico televisivo en el que el sensacionalismo se conjugó con lo bizarro, pero del que nadie escapa porque tenía el perfume más atractivo,
Mauricio Goldfarb, tal su verdadero nombre había nacido 28 de agosto de 1947 y falleció a los 73 años por coronavirus, tras haber sido internado a dos días de recibir la vacuna. Comenzó en la especialidad deportiva y más tarde se volcó al periodismo general y de espectáculos.
Era eléctrico. Tuve la oportunidad de verlo en acción detrás de la pantalla, dándole indicaciones a sus productores, sin que se le escapara un detalle, como buscar el rostro más dramático de un invitado ante una pregunta. Polémico, transitando siempre los límites de lo ético, a Mauro no le preocupaba el qué dirán.
Siempre exclamaba: "la noticia hay que darla", aunque fuese la más escabrosa y difícil de abordar. Amado y repudiado, por sus desbordes en busca de impactos. Muchos periodistas lo criticaban en voz baja por su estilo, pero iban corriendo a sus programas cuando los invitaban porque era una manera de posicionarse en el efecto cascada de la noticia. Una de las veces que concurrí por la irrupción de los boqueteros con varios golpes resonantes, me terminaron llamando de todos lados durante una semana.
Mauro lamentablemente hoy comienza a formar parte de la historia de un periodismo que fue, pero se suma a la lista los grandes próceres que pusieron su sello televisivo y radiofónico. Al igual que Pipo Mancera, fue un género televisivo en sí mismo, un periodista entretenedor dispuesto a todo. A cruzar todos los límites, en caso de ser necesario, cueste lo que cueste.
Había encontrado una fórmula. Así como el recordado Félix Laíño, director de La Razón tenía en la conjunción de
"salud, dinero y amor" su menú mágico, la de Mauro estaba constituída por el morbo, la información y el escándalo. Maestro de muchos. Quienes trabajaron con él coinciden en señalar que Viale era gruñón y exigente, pero “respiraba” periodismo, oficio que a su manera ejerció hasta la semana pasada, cuando le aplicaron la primera dosis de la vacuna Sinopharm y los síntomas de Covid-19 lo obligaron a abandonar sus trabajos en América, A24 y Radio Colonia."Hubo que sacarlo a sillazos para que se vaya a la casa, porque era un animal periodístico", lo definió Daniel Vila, uno de los dueños de América TV.
El “Caso Cóppola” en el recordado Mediodía con Mauro en los noventa fue, lo manejó con increíble maestría. Fue tal vez, el show televisivo que mejor representa un estilo que no solo hizo escuela, sino que además alcanzaba altas cifras de audiencia. Su ADN tan popular como criticado, fue el que llevó al hombro a otros tantos ciclos televisivos, con mayor o menor profundidad. Fenómeno real, Impacto a las 7, Despertate con Mauro Viale, Fiebre de Mauro por la noche, El diario de la tarde, Historias impactantes, Mauro 360º, fueron algunos de los tantos y varidos programas que puso en escena. En Impacto a las 12 dejó otra escena para la historia de la pantalla chica, cuando el 10 de enero de 2002 protagonizó en vivo la tristemente célebre pelea a puños y patadas con el empresario de la carne Alberto Samid. Consecuencia de su flexibilidad ética y su tendencia al impacto, especialmente en el abordaje de los casos policiales, Viale también es recordado por la cobertura que realizó sobre el secuestro del padre de Pablo Echarri. Allí recibió una lluvia de críticas al atender en vivo una llamada por celular en la que insinuó que la víctima había sido asesinada, algo que no ocurrió. Pero lo cierto es que siempre lograba salir a flote de todas las circunstancias con un a cintura notable.
En su variado intinerario, Mauro también será recordado como el relator de los partidos de la Selección Argentina de fútbol en el Mundial de México de 1986, que se transmitió en exclusiva por la pantalla estatal. Un estilo como relator de pocas palabras y casi nulas emociones, que se movió entre la parquedad y una gelidez que ni el mejor gol de la historia de los mundiales pudo conmover. Fue el primer gran relator del fútbol televisado, en dupla con Enrique Macaya Marquez en el viejo Fútbol de Primera. “¿Quién mueve?”, preguntaba Viale antes de comenzar el partido principal. “Muevo yo, Mauro”, respondía el futbolista de turno en una edición que simulaba una temporalidad que no existía.
Se nos fue un maestro del periodismo que tenía una capacidad laboral como pocos. Un animal periodístico que marcó una época y que será recordado por marcar un estilo que muchos no ,se atrevieron a recorrer, pero que llegó al pueblo con singular impacto.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP.

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