viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3859
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Rolling Stones: la represión despiadada que nadie contó

El relato pormenorizado de una joven platense que quiso vender panes rellenos en las inmediaciones del recital de la banda inglesa.


El portal de noticias Real Politk publicó el relato de Monserrat Chavez, una joven platense que con una amiga quiso vender panes rellenos -como que se venden en la feria de plaza Italia y otros espacios públicos de la ciudad- en las inmediaciones del estadio de 25 y- 32. "Soy casi periodista, pero escriribir no es lo que más me gusta. Sin embargo voy a hacer este escrito para contar cómo fue mi situación afuera del estadio Único de La Plata con la llegada de los Stones (que seguramente sea completamente distinto a lo que han visto, oído o leído en los grandes medios de comunicación).

Todo empezó el día antes, cuando con mi amiga Euge habíamos decidido vender panes rellenos en ese enorme recital (ya que lo hicimos en muchas partes de Latinoamérica y recientemente en las playas de Mar del Plata). Por eso el día previo al recital nos pusimos a amasar, cortar la cebolla, el queso, todo lo que implica hacer los panes rellenos. Los terminamos casi a las 6.00 de la mañana. A causa de ello, nos despertamos a las 14.00 y entre una cosa y otra terminamos llegando a la parada del micro a las 18.00. Ahí esperamos una hora y el micro no llegaba, hasta que llegó y el chofer nos dijo que era del otro lado que teníamos que esperar (a esto, estaba lloviendo todo el tiempo). Empezamos con el pie izquierdo, mal. Esperamos en la parada aproximadamente veinte minutos hasta que llegó. Ahí subimos, se nos fue un poco el frío, nos secamos un toque la ropa y ya íbamos camino al Único. En el camino subieron dos personas: un chico y una chica. Escuchamos que dijeron: “Nos encautaron todo, no pudimos vender nada”.

Cuando nos bajamos, ellos también bajaron ahí (cerca del estadio) y le preguntamos qué onda con eso que habíamos escuchado y nos contestaron: “Nos sacaron las bebidas que estábamos vendiendo y nos detuvieron”. Con miedo a que nos saquen los panes, hechos con tanto esfuerzo, no sabíamos qué hacer y ellos nos dijeron que vayamos para el lado de 19 y 34 que estaba más tranqui. Pero no era así. La policía rondaba por todos lados: con las luces prendidas de los móviles, con las luces apagadas, en motos… Había más policías que seguidores de los Stones, tristísimo. Por eso no sabíamos qué hacer con la conservadora, no queríamos que nos saquen las cosas ni pasar una situación de mierda si es que nos paraban. Así que nos íbamos escondiendo, cual prófugas, cual chorras… Con miedo. Sí, con miedo. Ese que tanto se nos fue viajando y recorriendo lugares terribles de Latinoamérica. Ese miedo volvió y creció. Pero eso no fue nada. Avanzamos un poco más porque estábamos afuera de una casa, al oscuro y no vendíamos nada.

Hasta que pasaron dos chicas que vendían sándwiches que llevaban en sus mochilas y nos dijeron que vayamos hasta la entrada que supuestamente no encautaban nada (aunque a los chicos les habían sacado las bebidas y detenido). Les hicimos caso y llegamos cerca de la puerta. Ahí pudimos ver un grupo enorme de gente cantando, saltando, gritando eufóricos más que en cualquier recital, porque vinieron los Stones a la Argentina, con lo que ello conlleva.

Estaban todos contentos y se escuchaba “abran la puerta la puta que lo parió” y “vamos los Stones”. Yo me quería meter ahí para agitar como lo hago en los recitales a los que voy o en la cancha, pero con los panes no podíamos y nos quedamos un poco atrás. En un momento empezamos a escuchar un montón de ruidos de tiros, gente corriendo desesperada y ahí vimos cuando tiraron gases lacrimógenos que nublaron la calle de humo. Ahí empezamos a correr desesperadas, junto con la multitud, no entendiendo nada. Logramos llegar a un lugar donde había una pared que nos “resguardaba” de los tiros, ahí estábamos casi todos los vendedores ambulantes, sin saber qué hacer con nuestras mercaderías, ya no con tanto miedo a perderla sino con miedo a que nos den un balazo de goma.

Indignada empecé a filmar lo que pude, lo subí a Instagram y al Facebook para que lo vea la gente, después llegó un chico con un balazo de goma en la cabeza y también le saqué una foto para seguir mostrando lo que pasaba. Yo me sentía muy tensa, indignada, triste y con mucha impotencia por lo que sucedía (creo que todos estábamos igual). En ese momento miro para mi derecha y me encuentro con el “Toti” de los Jóvenes Pordioseros, con una bandera de Argentina en su espalda. Ahí fui a saludarlo, me saqué una foto y me alegré un poquito, después de tanta amargura y miedo. Pero duró poco la alegría, porque mientras estábamos ahí con él volvieron los tiros. Sí, el “Toti”también lo vivió, también fue parte de esa represión en primera persona.

En ese momento estábamos todos tranquilos, pero igualmente fue peor, empezaron a avanzar en un cordón policial donde nos sacaban como delincuentes, asesinos, prófugos, ratas, chorros, tirando cada vez más balazos (de goma). Ahí empezó la mayor desesperación porque la gente que estaba más adelante comenzó a correr y nos llevábamos por delante. A mí me pasó que había un auto estacionado en la vereda y quedé encerrada entre el auto y un árbol porque tenía la puerta del conductor abierta (con un chico adentro) y de la desesperación por querer salir le cerré la puerta en la cara, porque encima iba corriendo con los panes adentro de la conservadora. Ahí la perdí aEuge, aunque minutos después la encontré.

El cordón policial siguió avanzando y también la represión. Nos sacaron una cuadra más lejos y hasta tuvimos que doblar por calle 19 porque no nos dejaban ni siquiera estar sobre calle 32.

Encontramos un garaje sobre calle 19 que nos “cubría de los tiros” (ya que pensamos que no iban a doblar) y cuando nos quisimos acordar teníamos a toda la policía enfrente. Fue horrible. Nos sentimos altamente vulnerables, desprotegidos, ultrajados, maltratados, violentados por ningún motivo, nada más que por hacer un mango y con la ilusión de poder entrar por lo menos en los últimos temas al recital que quisimos ir pero por falta de dinero no pudimos sacar la entrada. Sino, escucharlo desde afuera, en paz, disfrutándolo.

Pero nada de nuestra ilusión pasó, sólo lo contado. Y a esto no lo invento, a esto lo viví, lo vivimos. Seguramente que esto no salga en ningún medio o lo justifiquen con “los negros de mierda que se quisieron colar”. Yo fui a trabajar, pacíficamente, con 35 panes rellenos en la conservadora, de los cuáles no vendí ninguno. Esperamos una hora más o menos con otros vendedores sobre calle 19, y después de todo lo horrible que la pasamos decidimos con mi amiga volvernos a casa a relajarnos de tanta situación tensa que nos estresó.

Ahora pasó en el recital de los Rolling Stones, pero esto lamentablemente se está viviendo en mi amado país: represión, censura, despidos, inflación. ¿Volvimos a los ’90 o al ’76? Espero que a ninguna de esas dos etapas nefastas. Todo esto es para que mi pueblo abra los ojos y se ponga de pie y para que lo que pasó no pase “nunca más”.

“Que no se quede mi pueblo dormido”.

“No olvidar, siempre resistir”.---------------Fuente: Realpolitk.com

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