jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3865
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Arrancó la era del veto, mientras Macri no cuenta la verdad sobre Cresta Roja

Por Jorge Joury.- Casi nadie reveló los pormenores de la precarización laboral de la avícola donde el Presidente formuló el anuncio. Mientras ocupó la jefatura de Gobierno porteño, Macri vetó 126 leyes y está dispuesto a ir por más con tal de neutralizar al peronismo, con miras a las legislativas del 2017. Los radicales observan la situación social con preocupación y quieren evitar el naufragio. Proponen un acuerdo con el peronismo y los sectores sindicales.


Con el veto de la Ley Antidespidos, el Gobierno no ha hecho otra cosa que favorecer el discurso de la oposición, que no se cansa de vociferar que "gobiernan para los más ricos". Paradójicamente, la avícola Cresta Roja donde Macri hizo el anuncio que desafía al Congreso y  presenta como ejemplo de empresa rescatada, sólo reincorporó a 1.300 de los 3.500 trabajadores despedidos. En el momento en que el Presidente puso en escena el veto a la ley antidespidos los empleados estaban de paro por la falta de pago de sus salarios, de allì que no se escucharan aplausos durante el discurso. Los operarios le manifestaron a la prensa que el Presidente dijo "que había 4 turnos, que estamos todos al día, todos adentro y en realidad hay 1.000 compañeros en la calle que cobran 6 mil pesos miserables y sin ninguna certeza de que van a entrar. Los que estamos adentro tenemos contratos precarizados, ritmos elevados que el cuerpo apenas aguanta y nos bajaron el sueldo”. De hecho, cuando se retiraba Macri llegó a escuchar un pedido: “No se olvide de los compañeros”. Se lo dijeron antes de que subiera al auto que lo sacó del lugar por una salida alternativa, porque la principal estaba bloqueada por otra protesta, de la Asociación Judicial Bonaerense.
Hay quienes admiten en voz baja en la Casa Rosada que Mauricio Macri está convencido que el veto es una herramienta legal para gobernar y que aquellos que la critican deberán acostumbrarse. Con esto queda claro que el Presidente acaba de arrancar una nueva era donde tratará de construir poder cueste lo que cueste. En esa dirección no le temblará el pulso en anular las leyes que apruebe el Congreso si van en contra de su plan.
En el relato oficial, Macri  le dicho a sus primeras espadas que quiere la vara bien alta del poder. En el Congreso Cambiemos es minoría. Por eso, está dispuesto a asumir el costo cuando la oposición le quiera  cambia el paso.
Fuentes confiables revelaron que desde la Casa Rosada vienen presionando al presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, y al titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, para que cierren alianzas que impidan que la oposición avance con proyectos que puedan hacerle ruido a Macri y que lo pondrían en situación de volver a vetar a la brevedad. Además, frente al peor de los escenarios, aspiran a negociar aquellas iniciativas que pudieran entorpecer su agenda, ganancias, por ejemplo. Los sindicalistas que integran distintos bloques reclaman que se toquen las escalas este año y hay más de una docena de proyectos presentados. El temor mayor es que los bloques del Frente para la Victoria y el del Frente Renovador negocien para arrinconar al nuevo Gobierno.

EL ESTOMAGO NO PUEDE ESPERAR

Mientras tanto, el  actual escenario económico muestra una postal muy cruda. La gente no puede esperar al segundo semestre para poder comer, en alusión al discurso oficial de que todo va a mejorar a partir de allí. En el país de los alimentos, se ha llegado al colmo de que se vende carne en fetas porque el producto es prohibitivo. Las encuestras hablan de serios temores de la clase trabajadora. Más aún cuando existen datos que meten miedo. Por ejemplo que el 10% de las pymes del país se fundieron en apenas cinco meses, a raíz del tarifazo en los servicios públicos, la inflación y la "altísima presión tributaria". Lo dice un informe de la Federación Económica de la Ciudad de Buenos Aires (FECIBA). 
Los teatros porteños son otra postal de la malaria. Tuvieron que apagar las luces de sus marquesinas y muchos temen estar obligados a suspender los espectáculos porque los costos no cierran. Otro tanto ocurre con los cuarteles de bomberos de la Provincia, que reciben facturas de agua y luz a precios siderales. La Asociación Hotelero Gastronómica de Mar del Plata también puso el grito en el cielo. Los empresarios de la ciudad balnearia reclamaron inmediatamente la recategorización del partido de General Pueyrredón en la tarifa de gas. Ahora, el Ente Municipal de Turismo (EMTUR) reconoció que si “no se los ayuda” muchos establecimientos hoteleros no podrán afrontar los aumentos y terminarán cerrando. 

AJUSTE SIN ANESTESIA

Todos nos preguntamos entonces, si el Gobierno no pudo haber evitado este escenario con un plan más gradual, donde se hubiera tenido en cuenta la situación de los sectores más vulnerables. Está visto que todo fue sin anestesia y después no hay otro remedio en el Gobierno que dar un paso atrás y mandar a las ambulancias para atender a los heridos, dictando nuevas medidas para resarcir el daño.
El escenario se presenta complicado. Con un 4% promedio de inflación en los primeros meses del año, sumado al aumento nominal del tipo de cambio del 45% y un incremento de los servicios públicos del 165% -en el mismo período-, en promedio, se impuso el interrogante: ¿Qué pasó con el poder de compra? La respuesta es clara: Los salarios perdieron por goleada.
Esa fue la conclusión a la que arribó un informe de la consultora Ecolatina, en el que se indica que el sueldo real cayó significativamente durante el primer trimestre del año. Según los datos publicados por la firma que fundó el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, la contracción del salario real interanual es de 2,5% promedio para el primer trimestre. Pero si se toma desde noviembre hasta marzo, la caída fue del 8 por ciento. Según el trabajo, la clase media fue la más perjudica, ya que "no contó con políticas activas que compensen el desproporcionado aumento de precios", dice el reporte de Ecolatina.

QUIEREN DIVIDIR AL PERONISMO

Por estas y muchas otras cuestiones, el impacto del ajuste está dejando esquirlas profundas en la piel del Gobierno. Abril fue muy duro y mayo es una suerte de banco de pruebas para la convivencia del gabinete de Mauricio Macri. Allí asoman grietas profundas que se tratan de tapar, como la pelea de fondo entre Marcos Peña y Alfonso Prat Gay. En los pasillos de la Casa Rosada es un secreto a voces que el ministro de Hacienda y Finanzas y preferido de Elisa Carrió, presentó dos veces la renuncia, cansado de que se tomen decisiones a sus espaldas. No obstante, el  Presidente se las rechazó.
Después de marcar la cancha con el veto de la ley antidespidos, Macri sabe que asumirá un costo. Pero buscará con ello mantener al peronismo dividido y convertirse en el gran gladiador en la pulseada polìtica. Vé en Sergio Massa, el enemigo a vencer en las elecciones legislativas del año próximo. También observa que es inminente la unión de las tres CGT y que tarde o temprano los sindicalistas le enviarán el misil de un paro general.
El Presidente está convencido de que el kirchnerismo, el peronismo histórico y el sector que responde a Massa, que sancionaron la norma en Diputados, usaron la ley antidespidos para dirimir peleas internas y para condicionar la gobernabilidad y desgastar al oficialismo para las elecciones legislativas de 2017. Por eso usó la frase: "nos quieren poner palos en la rueda".
A nadie le gusta el veto y la oposición toma nota. No tolerará que se convierta en una práctica recurrente  de Macri, como lo fue mientras ejerció la jefatura de gobierno porteño. Mientras ocupó ese cargo, desde 2007 hasta 2014, vetó 126 leyes.
Con la inflación por las nubes, la especulación financiera que acerca dólares golondrina a las arcas del Central y la actividad productiva en terapia intensiva, aún así, Macri se siente confiado como para acometer el 2017 electoral y decisivo en una confrontación directa con casi todo el peronismo. Sueña en que las contradicciones y las divisiones internas de sus adversarios alcanzarán como para que su gestión supere las debilidades actuales de la economía real y acompañe a sus candidatos con la fuerza suficiente para ganar. Más allá de emular a Maquiavelo, el Presidente deberá contar con un enorme viento a favor que le ayude a concretar el desafío de quebrar dos veces al peronismo, algo que no pudieron llevar adelante ni Raúl Alfonsín, ni Fernando de la Rúa. 

EL OLFATO DE LOS RADICALES

En medio de la entretela discursiva, los radicales están como locos por las acometidas de sus socios. Además de sentirse ninguneados porque no los consultan, temen que el poder de Cambiemos pueda escurrirse antes de las elecciones del año próximo por los efectos colaterales del ajuste. Buscan evitar el naufragio. Aunque el Gobierno se muestra reacio a la idea de un pacto social, reflotaron esa posibilidad como una manera de calmar los ánimos. A fuego lento, un grupo de dirigentes comenzó a dar las primeras puntadas para promover un acuerdo con el PJ y los sindicatos. La iniciativa es a cielo abierto, ya que se lo adelantó al Presidente hace una semana el ex senador y principal operador radical del Gobierno, Ernesto Sanz.
Entre los impulsores de la movida y redactores de la letra chica, también se encuentran el presidente del partido, José Corral, el ministro de Defensa, Julio Martínez, su par de Comunicaciones, Oscar Aguad y el vicegobernador bonaerense, Daniel Salvador. 
Durante un cónclave, que se celebró en la sede del Comité Nacional, además estuvieron el histórico Enrique "Coti" Nosiglia, los senadores Juan Carlos Marino (La Pampa) y Luis Naidenoff (Formosa) y el diputado Ricardo Alfonsín. El acuerdo social, político y productivo que delinean los radicales apunta a dotar las decisiones del Gobierno y sus movimientos en el Congreso de mayor contenido político y de una mirada de largo plazo que, por ahora, no vislumbran en la gestión de Cambiemos.

TEMEN UNA SITUACION LIMITE

Los dirigentes observan con inquietud el avance de la pobreza y la desocupación y no quieren volver a tener al peronismo del otro lado del mostrador cuando la situación alcance su punto álgido. Ya lo vivieron durante el gobierno de De la Rúa y les aterra la idea de que pueda repetirse la misma fotografía.
En esa dirección, proponen coincidencias de largo plazo con Sergio Massa y Diego Bossio, en lugar de la estrategia de buscar acuerdos ley por ley y según lo que sugiera la coyuntura que hasta ahora desplegaron las espadas macristas en el Congreso.
La cúpula de la UCR fogonea un acuerdo con empresarios y sindicatos. También se proyecta un espacio de reunión periódica en el que se  pueda fijar desde metas de reducción de inflación hasta acordar apoyos a iniciativas como las de fomento de las pymes y el primer empleo, impulsadas por la Casa Rosada.
Los radicales se quejan por lo bajo que el Presidente no los incluye en los debates que anteceden las principales medidas oficiales, tanto económicas como sociales. Por ahora, Corral y los jefes de bloque de Diputados y del Senado, Mario Negri y Ángel Rozas respectivamente, sólo participan de una reunión semanal, los martes, con el jefe de Gabinete Marcos Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó. Apuestan a que el acuerdo social, que Macri prometió en campaña y nunca concretó, aumente esa frágil cuota de poder.
 
POR UNA MIRADA MAS SOCIAL

La llegada del sanjuanino José Luís Gioja a la conducción formal del PJ, que junto al senador Miguel Pichetto lidera el denominado sector “dialoguista” del peronismo, es mirada desde la UCR como una oportunidad para impulsar con ellos un “acuerdo amplio” que incluya distintos temas y que se extienda en el tiempo para garantizar el avance de iniciativas del oficialismo en el Congreso. De esta manera, los radicales pretender evitar la dependencia de la figura de Sergio Massa, que por el momento les ha servido de aliado, pero que al mismo tiempo los deja atrapados en medio de las tensiones entre el Frente Renovador y el PJ.
Sobre el final de la reunión, hubo espacio para hablar de la marcha general del Gobierno. En ese frente, Ricardo Alfonsín salió con los tapones de punta y planteó sus críticas por la falta de participación en la toma de decisiones y de canales de diálogo con sus socios polìticos. Para tratar de fortalecer esos lazos y generar confianza habrá otra reunión conjunta de Cambiemos. Será tema de un nuevo cónclave, que los radicales realizarán en un retiro planificado para junio. Están convencidos que el año próximo las elecciones legislativas son cruciales para mantener la gobernabilidad. Por eso, pretenden inyectar con un acuerdo social, una cuota de razonabilidad a la gestión. Es una forma de disipar la sospecha generalizada de que este es "un gobierno para los ricos", frente a los reclamos cada vez más intensos por la inflación, el tarifazo y el deterioro salarial. 


*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. Su correo electrónico es [email protected]. Para quienes quieran consultar sus artículos, pueden dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.

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