Ferreira vivía en Barcelona desde hace décadas y nada puede objetarse de su labor profesional. Acaso no imaginó lo que gobernantes y políticos sinverguenzas harian a partir de ese proyecto.

Recientemente, el Papa Francisco lo dijo, como suele decir las cosas, sin pelos en la lengua: "un estadio salpicado por la corrupción".

Fue a la hora de referirse al frustrado Partido por la Paz que iba a hacerse en 25 y 32.

“Yo prefiero un picado en un patio de barrio con una pelota común pero con alegría, antes que un gran campeonato en un estadio famoso pero salpicado de corrupción”, aseveró el Sumo Pontífice en una carta.

En esa oportunidad, un informe periodístico del diario Hoy de La Plata señaló que "El “monumento a la corrupción”, como se suele conocer al Estadio Único de La Plata, costó más de cien millones de dólares (solo el techo salió más de U$S 20 millones), y fue usado por las diferentes administraciones provinciales para oscuros manejos políticos.

La apropiación política del “gigante de cemento” pudo verse claramente en los últimos años, cuando el exgobernador Daniel Scioli pintó todas sus tribunas de naranja, color que fue cambiado por la gobernadora María Eugenia Vidal en las últimas semanas por un tono gris y blanco, en lo que significó un despilfarro de los recursos públicos.

Administrado por dirigentes de Estudiantes y Gimnasia, el  predio situado en las calles 25 y 32 es solventado en parte por el presupuesto que destina el gobierno provincial, además del que provee la fundación que lleva su nombre.  Además, la caja del Estadio se nutre del 0,3% de lo recaudado en el juego en territorio bonaerense, equivalente a alrededor de 1 millón de pesos mensuales.

A través de dicha fundación se realiza un lucrativo negociado como el de las tragamonedas, a través de la explotación de la única sala de juegos existente en la ciudad de La Plata. De acuerdo a fuentes consultadas por este diario, la fundación es usada por los clubes para efectuar negocios espurios y para seguir manteniendo la caja del juego.