En el asiento de la derecha está el PRO. Los inquilinos del Estado local tienen varios motivos para preocuparse. Sin duda, la gestión es uno de ellos. Hace unos meses la consultora Julio y Aurelio publicó una encuesta en la que Julio Garro, con el 56,6% de imagen negativa, era el segundo intendente peor valorado de la familia del “cambio”; solo Néstor Grindetti (63,9%), al frente de Lanús, lo superaba en rechazo social. Ergo, primero, “Hay que salir del agujero interior”.   

 El jefe comunal está frente a un dilema sensible. Peliagudo. Si se vuelca al plano electoral (ingeniería de listas, comunicación, estrategia política y territorio), la ciudad puede caer en un caos dantesco. Y no hay margen para ello. Por eso, es imprescindible que tenga el volante bien firme. Dando vuelta la ecuación, si desatiende las urnas y pierde musculatura en el Concejo Deliberante, la gobernabilidad, en los dos años que le restan a su mandato, pendería de un hilo.  Para encontrar el equilibrio, deberá agudizar los tres sentidos políticos básicos: visión, olfato y tacto.    

Del otro lado del mostrador, asoma el peronismo que, hasta ahora, cuenta con dos ramificaciones: la continuista y la revisionista. La primera es la versión kirchnerista, que se divide, a su vez, en tres escuadras:  Florencia Saintout, Victoria Tolosa Paz y los hermanos Bruera. Las dos mujeres, con línea directa al Calafate, tienen ideas, magnetismo y horizonte; resta saber hasta dónde piensan cabalgar con Cristina Fernández y depender de su suerte judicial. El diagnóstico del trío es más complejo: su apellido le pone un techo muy bajo al operativo “volver”. Salvo que acepten tercerizar el proyecto en otra figura y cambiar de marca, todo indica que, apenas, les alcanzaría para la supervivencia política.   

La vertiente crítica está encabezada por Federico Martelli y Valeria Amendolara. Este tándem, que observa al kirchnerismo por el espejito retrovisor, quiere reciclar, a través de rostros más frescos, al justicialismo. Una perspectiva que sintoniza con la del Grupo Esmeralda, encarnado a nivel local por el “Randazzismo”. Habrá que ver cuál es el tamaño de la pecera social donde pretenden pescar votos, interrogante que, en parte, estará supeditado a la autocrítica que demuestre el peronismo a nivel provincial.  

La novedad llega por el lado del progresismo y el Frente Renovador. El matrimonio político entre Margarita Stolbizer y Sergio Massa promete parir una propuesta amplia, innovadora y plural en La Plata. La sinergia entre centroizquierda y peronismo podría catalizar a gran parte de la clase media, sectores universitarios y al mundo de los trabajadores. Una alianza de corte transversal.   

El desafío de esta fuerza será desactivar la polarización que intentan implantar Cambiemos y el Frente para la Victoria. ¿Cómo? Con materia gris, creatividad y, mucho –pero mucho– contacto con la ciudadanía: el metro cuadrado será clave para sepultar los fantasmas del pasado, suturar la grieta e inaugurar un nuevo tiempo en la ciudad.  

Madurez, liderazgo, subir la vara del debate y, sobre todo, diálogo en todas las direcciones serán reglas insoslayables que deberán respetar los diferentes aspirantes si desean empatizar con el electorado. En juego está ni más ni menos que la autoestima de la capital de la Provincia de Buenos Aires.