Me dirijo a usted, luego de haber escuchado en el programa de Radio Mitre que conduce todas las mañanas, el día 1 de noviembre, en su diálogo con Jorge Fernández Díaz, cuando dijo, palabras más, palabras menos, que la cuestión de la nacionalización de los ferrocarriles durante el primer gobierno peronista había sido un relato mítico para inventar una epopeya, porque en realidad esa nacionalización había consistido en comprar material viejo y en un negocio para los ingleses, que querían desprenderse de los ferrocarriles. En otras palabras, usted dio a entender que un malísimo negocio fue presentado, a través de un cuento-relato, como una epopeya nacional.

En temas históricos es un problema grande trasladar prácticas y visiones de una época a otra pretérita, para intentar entenderla. Usted ha contribuido en mucho a mostrar y demostrar que en lo esencial la gestión kirchnerista en su etapa nacional fue un cuento y un relato trucho, disfrazando de epopeya “nac&pop” lo que fue un verdadero sometimiento de nuestro país a la voracidad del poder financiero internacional, via el Council of the Americas, corrupción y saqueo a mansalva incluidos. Todo ello disfrazado de una “revolución” que sólo existió en su imaginación.

Creer que los gobiernos kirchneristas fueron iguales a los gobiernos peronistas es una total y absoluta falacia histórica, porque en éstos últimos la Argentina fue libre de las garras de las finanzas internacionales, lo que no significa que no haya cometido errores. Pero equiparar ambas gestiones gubernamentales es un error mayúsculo, o bien fruto de la ignorancia (siempre disculpable) o bien fruto de una mentira a designio (siempre condenable).

En el caso de la nacionalización de los ferrocarriles argentinos, no sé cuáles son las fuentes y documentaciones que respaldan su juicio negativo. Por mi parte, me permito recomendarle que consulte la biografía de Perón escrita por Norberto Galasso en dos tomos, que detalla en qué condiciones y circunstancias se llevó a cabo ese proceso, y cuáles fueron las ventajas y beneficios que obtuvo nuestro país gracias a esa decisión nacionalizadora. Conste que el historiador nombrado no es peronista, sino un militante socialista, miembro de la denominada “izquierda nacional”.

En esa obra usted podrá enterarse que los ferrocarriles en manos inglesas aplicaban tarifas discriminatorias para la producción que competía con los productos importados o no tenía como destino el mercado británico; que las concesiones ferroviarias eran a perpetuidad, que la famosa Ley Mitre no estaba a punto de caducar, sino solamente en lo que se refería a las exenciones impositivas para la importación de repuestos ferroviarios; que el precio pagado por el gobierno argentino fue excesivo y desproporcionado. En realidad, muy pocos saben que la nacionalización ferroviaria significó la nacionalización de transportes (Expreso Villalonga, Expreso Furlong, Empresa de Transportes S.A., Compañía de Transportes Cordilleranos, Compañía El Cóndor, Compañía El Valle, etc.), puertos (Dock Sud en el puerto de Buenos Aires, Puerto Ingeniero White, Puerto Galván, Puerto Ibicay, Puerto Villa Constitución, etc.), Empresa Eléctrica de Bahía Blanca, Depósitos Frigoríficos de San Juan, Fomento del Norte Argentino, Sociedad de Aguas Corrientes de Bahía Blanca, Distribuidora Nacional de Frutas, Frigorífico Mercado del Once, Hoteles Sudamericanos, acciones de grandes tiendas y diarios (Editorial Haynes, dueña del diario El Mundo, Mundo Agrario, revista El Hogar).

Pero quien mejor testimonia lo beneficioso que fue para la Argentina y los perjuicios que le ocasionó a Inglaterra la nacionalización fue alguien que no puede ser sospechado de nacionalista criollo, populista o peronista: es el ex embajador inglés en Argentina durante dos períodos (1919-1921 y 1942-1946), sir David Kelly. En un libro autobiográfico que publicó en 1953 hay un capítulo en el que detalla su labor diplomática en la Argentina, y en algunas páginas se refiere en especial al tema de la nacionalización de los ferrocarriles. Al leer su testimonio, usted podrá enterarse que los dueños ingleses de los ferrocarriles, que vivían en su patria, no le prestaron ninguna atención a los intentos nacionalizadores anteriores al peronismo. Se enterará también que ante este panorama el embajador en particular promovía la realización de un condominio británico-argentino, para no perder el dominio y control del negocio ferroviario. Y lo más importante de todo, se enterará que a la Argentina le costó poco y nada la compra y nacionalización de los ferrocarriles, ya que según propias palabras de “don” Kelly “mediante una operación de trueque” los ferrocarriles fueron nacionalizados “por abastecimiento de carne por un período de dieciocho meses”. Y concluye diciendo que “tal fue el resultado final de la falta de imaginación y de la obstinada negativa de hacer frente a la situación cambiante” (The Ruling Few. Or the Human Background to Diplomacy, Hollis & Carter, London 1953, pp. 291-293).

Como sé de su honestidad intelectual, espero que en su programa radial usted sabrá darle difusión a este aspecto poco o nada conocido de la nacionalización de los ferrocarriles, lo comparta o no, para que sus oyentes puedan tener acceso a las dos campanas.

Lo saludo atte.

José Arturo Quarracino