Los protagonistas lo negarán, pero el río suena cada vez más y las versiones llegan hasta la orilla de las redacciones con inusitada fuerza.

Lo cierto es que las elecciones del año próximo están a la vuelta de la esquina y en la gobernación se cocina un plan a fuego lento. Principalmente se apunta a blindar a Vidal de los coletazos financieros, los desaciertos del equipo económico y los efectos del plan  de ajuste que proponga del FMI. No es casualidad que el domingo pasado en el programa del periodista Luis Majul, la mandataria se haya puesto al hombro con energía la defensa de los enflaquecidos bolsillos de la gente, para ir a buscar a los empresarios que aumentan desmedidamente los precios en su territorio. Tampoco que en las últimas horas haya mandado a la legislatura provincial, un proyecto que limita el gasto público al índice de inflación. Vidal quiere mandar señales de austeridad y busca dar el ejemplo desde su propia casa. La idea es ajustar el gasto de la política grande todo lo que se pueda y no tener que despedir estatales.

Sus operadores sueñan con sentarla en el sillón de Rivadavia y trabajan sin pausa elaborando estrategias. No obstante, la mesa chica fogonea la idea de ir paso a paso. Esperarán que termine el Mundial de Fútbol y si hay un escenario favorable para la Selección Argentina, que le devuelva el optimismo a la gente, entrarán a la cancha con mayor ímpetu. 

Uno de los hombres clave que trabaja en las sombras en el armado, es el ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, quien mantiene un diálogo fluído con diferentes referentes del PJ. El plan es dar un golpe de efecto con que sea el mismo peronismo bonaerense, o parte de él, quien salga a respaldar a la mandataria provincial en su camino hacia Balcarce 50.