jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3865
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Durísima carta de un padre: "Abandono de alumnos en el Colegio Nacional"

Se la escribió el periodista y docente Luciano Román a la directora del emblemático establecimiento, Ana García Munitis. "No me resigno a que la respuesta tácita sea “Si no le gusta, váyase a otra parte con su hijo”. O “nosotros estamos de paro; usted arréglese como pueda”. Prefiero resistir el chantaje y la extorsión que esa actitud implícita supone, así como la soledad y el desamparo al que nos empujan a los chicos y a los padres".


“Abandono de alumnos en el Colegio Nacional”
 
La Plata, 21 de agosto de 2018
Señora director a del Colegio Nacional
 
Profesora Ana María García Munitis
De mi consideración
Le escribo con impotencia, desconcierto y profunda preocupación. Me entero por los diarios y por mi hijo, que han decidido cerrar el Colegio durante otra semana. Sin darnos a los padres ninguna explicación, sin exponer fundamentos ni explicar qué están haciendo ni qué piensan hacer, nos enteramos que seguirán sin clases por una huelga docente que ha adquirido una virulencia y una prepotencia pocas veces vistas de un gremio supuestamente comprometido con los valores de la educación.
Descuento que habrá motivos para el reclamo y es probable, inclusive, que existan sólidas razones que justifiquen una medida de fuerza. Pero cerrar el colegio durante dos semanas, impedir que cualquier docente dicte clase, aunque no esté de acuerdo con los alcances y el salvajismo de la huelga, no dar explicaciones a los padres, dejar a los alumnos abandonados, sin siquiera preocuparse por sugerirles lecturas y tareas durante los días en los que el colegio los expulsa y desaloja, configura ya una actitud reñida con los compromisos básicos que deben sostener las autoridades y docentes de una institución educativa.
He sido alumno y preceptor del Colegio Nacional. Soy padre, ahora, de un estudiante de quinto año. Quiero entrañablemente a esa institución que ha sido orgullo y emblema de la educación pública de la Ciudad. Por eso, además del desconcierto y la preocupación, siento dolor, aunque eso no es -seguramente- lo más importante.
Veo desde hace años una acumulación de desatinos que han desjerarquizado a un Colegio que supo ser sinónimo de excelencia educativa pero, además, de convivencia plural, de diversidad, de tolerancia, de compromiso educativo por encima de adhesiones partidarias o políticas. Me tocó vivir en sus aulas y en su centro de estudiantes épocas de efervescencia, compromiso político y movilización estudiantil. Jamás, sin embargo, vi la pretensión de imponer unanimidades, siempre peligrosas. Tampoco había asistido, hasta ahora, a una situación de virtual abandono de los alumnos, sin exhibir, siquiera, una preocupación por explicar ni por atenuar el impacto de una huelga sin precedentes. Que hayan agregado, entre una semana y otra de paro salvaje, un “feriado universitario”, no hace más que confirmar una ramplona despreocupación por la educación de los alumnos, rayana ya en la lisa y llana irresponsabilidad. Los padres deberemos evaluar, además, si tales conductas no empiezan a tener un encuadre jurídico que las tipifique como incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Hace algún tiempo me tocó expresar mi preocupación cuando las actuales autoridades del Colegio comprometieron a la institución en una posición partidaria frente a un proceso electoral en el país. Me pareció ver en aquella actitud un profundo error de concepción sobre el valor de las instituciones plurales y democráticas, que siempre deben ser preservadas de los intereses partidarios y sectoriales. Volví a ver con preocupación, en estos días, que el Colegio haya sido “embanderado” en su fachada con un pañuelo verde, comprometiendo a la institución con una única posición en un debate en el que ha quedado claro que no existe uniformidad de pensamiento. No reconocer tal diversidad es –a mi modesto juicio- no comprender el rol de una institución educativa que sólo debería embanderarse con los valores del pluralismo, la diversidad y la convivencia democrática. Y cuyas banderas, en todo caso, sólo deberían ser aquellas que expresan acuerdos unánimes, como la del Nunca Más o el reclamo de soberanía sobre Malvinas.
A estos desatinos se suma ahora una acción que excede la razonabilidad de una huelga para encuadrarse como un abandono de la función educativa y del compromiso básico y fundamental con los estudiantes. Una institución que se despreocupa de sus alumnos, que no dialoga con los padres (ni siquiera hacen mención a esta anómala situación en la página web del colegio), que no admite disidencias e impone con prepotencia una ficticia unanimidad en la adhesión a la huelga, ¿es el colegio público, inclusivo, pluralista y con espíritu de comunidad en el que muchos nos formamos? ¿Creen, de verdad, que defienden así la educación pública y aportan a los chicos un ejemplo?
Sería más cómodo para mí rumiar en silencio mi impotencia. Quizá lo sería también para mi hijo, ya preocupado, como muchos de sus compañeros, por las consecuencias que esta situación pueda tener en su futuro. Sin embargo, quizá con ingenuidad, sigo creyendo que el debate, la discrepancia y el pluralismo no deberían perder el lugar que siempre tuvieron en el Colegio Nacional. Por eso me permito expresar esta profunda discrepancia. Porque no me resigno a un colegio arrastrado a la indiferencia y los sectarismos. Si a las autoridades no les preocupa –y no tengo, como padre, ninguna constancia de que les preocupe-, sé que a muchos otros padres, como a mí, les duele esta deserción de las autoridades y los docentes.
No me resigno a que la respuesta tácita sea “Si no le gusta, váyase a otra parte con su hijo”. O “nosotros estamos de paro; usted arréglese como pueda”. Prefiero resistir el chantaje y la extorsión que esa actitud implícita supone, así como la soledad y el desamparo al que nos empujan a los chicos y a los padres. No me resigno a convalidar el individualismo extremo y sectario que suele camuflarse bajo discursos pseudo progresistas.
Con la esperanza de que estas líneas promuevan, al menos, una reflexión entre autoridades y docentes, saludo a usted atentamente y quedo a su disposición para cualquier aporte a un debate que, penosamente, no veo que el Colegio haya impulsado frente a esta clausura intempestiva y prolongada.
Luciano Román
DNI 20.908.093

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