La columna quilombera
Trolódromo ...y la “Moma”
Por Matías Crowder.- "Ella era la reina de ese carnaval platense de los excesos, de los viciosos, de los pasados, de los amanecidos".
Su nombre era Manuel Gonzalez Abad. Hijo de una familia “bien” de la ciudad, nieto de un juez, hijo de un padre ultrareligioso, no tenía ni once años cuando, a la salida del colegio, ya iba a los baños de la estación del tren Roca a mirar, a tocar, a lo que hiciera falta. Manuel contaba que su madre, desde muy pequeño, le probaba lencería, y que a él le gustaba desfilar para ella en tacones. Debajo del guardapolvo de chico llevaba una bombacha y un corpiño. Iba a la Escuela Número 126 de La Plata y sus profesores y orientadores sociales poco podían hacer por él, preocupados del abuso al que él mismo se entregaba.
Alguna vez le vi, haciendo la calle, en el llamado Trolódromo platense. Se paraba en la misma esquina de Avenida 1 y 67 desde que tenía dieciséis años. De genética varonil, espaldas anchas, 1,95 de altura, era realmente muy llamativo con un par de tacones, peluca y labios pintados. Todos los que conocían a Manuel solían decir que era bueno de verdad, que no tenía maldad. Ya de grande, travestido, multioperado, cuando adquirió el sobrenombre la “Moma”, cuando se rebautizó como Carolina, llegó a ser un personaje muy querido en la ciudad.
Desconozco en que año esas calles de la ciudad de La Plata se comenzaron a llamar así, el Trolódromo, el lugar donde “corren los trolos”. La palabra es del lunfardo puro, incluso si se la busca en Google tiene solo cuatro resultados en internet, que con esta columna serán cinco. Viene de “trolo”, esa vasta y despectiva categoría que incluye travestís y prostitutas, que cuando era chico solo quería decir “maricón”, y que siempre fue una palabra tan dura como despectiva.
Dicen los vecinos del Trolódromo que “trolos” los hay de toda la vida, desde siempre. En los periódicos aparece como “zona roja” y por lo general ocupa desde Avenida 1 y 60 hasta Avenida 72, aunque su periferia siempre sea imprecisa y pareciera fluctuar con el tiempo. En años los había por decenas, en otras fechas había menos, las trabajadoras del sexo nunca son permanentes, van y vienen. Todos excepto la “Moma”. Ella siempre permaneció allí. Durante veinte años se prostituyó como travesti en la misma esquina. Ella era la reina Moma de ese carnaval platense de los excesos, de los viciosos, de los pasados, de los amanecidos.
Un día le encontraron muerto en su habitación. Carolina Gonzalez Abad murió el 18 de octubre de 2011 en una pocilga del Trolódromo. La habían estrangulado. Según sus allegados, había sido un crimen de odio homófobo, la habían matado por travestí. El tiempo no perdona, y como a todos, pese al maquillaje, la “Moma” se había hecho mayor con tan solo 36 años. Por la vida que había llevado, se encontraba avejentada y había subido de peso, tanto es así que apenas tenía clientes. Murió en aquel sitio, el Trolódromo, donde le había cercado la miseria y la soledad. A ella que quería enamorarse, tener un novio, casarse por la iglesia.
Por su homicidio se procesaron a varias personas. El último quedó sobreseído el año pasado, a siete años del brutal asesinato. En la fotografía, de las pocas que se conservan de ella, la reina “Moma”parece saludar desde el abismo. Como si se riera de la tragedia. Su historia aún parece palpitar en aquel sitio que aún llaman Trolódromo.
* Matías Crowder es periodista y escritor platense radicado en Catalunya. En marzo de este año Editorial Marea publicará su último trabajo, “Los jueves de redención”, novela que trata sobre “los vuelos de la muerte” de la dictadura militar.