Acaso su máxima osadía fue la bomba en un vuelo comercial de Avianca. Pero antes y durante el líder del Cartel de Medellín puso en marcha un mecanismo destinado a sembrar el terror, con coches bomba y asesinatos a sangre fría de civiles y policías.
En Rosario, el asesinato de un playero de 25 años en una estación de servicio y la muerte de un colectivero luego de agonizar tres días recrudecieron la espantosa situación que padece la ciudado en una espiral de violencia armada, fruto de un inédito conflicto político entre el gobierno de Maximiliano Pullaro y una entelequia que estaría conformada por presos de “alto perfil” que reclaman contra las duras medidas restrictivas en el sistema penitenciario. Cuatro asesinatos de civiles en cinco días —al cierre de esta edición— y la difusión de carteles apócrifos que prometen seguir aumentando esa cuenta con “gente inocente” sumieron a los rosarinos en una mezcla de profundo dolor, paranoia y un tendal de fake news que multiplicaba crímenes y contribuía a la suspensión de actividades, desde cumpleaños y torneos de fútbol hasta el servicio de transporte y la provisión de combustible.idad.