viernes 25 de abril de 2025 - Edición Nº4230
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Ramiro Marra: Un “libertario” de la casta

Por Martín Hoteloup.


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La política argentina está llena de reacomodamientos, egos y juegos personales. No sorprende que, en un espacio joven como La Libertad Avanza, también aparezcan casos de quienes priorizan su carrera por encima del proyecto colectivo. Ramiro Marra, que alguna vez fue parte del armado libertario en la Ciudad, hoy compite por fuera del espacio oficial y presenta una lista paralela a la que encabeza Manuel Adorni, el candidato respaldado por Javier Milei. Lejos de representar una amenaza real, su movida se interpreta como lo que es: una jugada menor, personalista, que busca sostener algo de protagonismo incluso si eso implica dividir el voto y favorecer, de manera indirecta, a los de siempre.

En 2023, Marra era una de las caras visibles del mileísmo porteño. Fue candidato a jefe de Gobierno, defendía la libertad con entusiasmo televisivo y parecía parte del núcleo duro que prometía desterrar al statu quo. Pero algo se rompió. Tras la llegada de Milei a la presidencia, comenzaron los cortocircuitos con Karina Milei y el círculo íntimo. Y cuando el economista decidió aplicar mano dura con quienes se desviaban del camino, Marra no solo fue expulsado, sino que armó su propio espacio con un viejo conocido de la política noventista: la UCeDe.

La alianza con este sello, que muchos consideran parte de la "pre-casta", terminó por confirmar lo que algunos ya veían venir: Marra no era un disidente, era un político más buscando su lugar en el sistema. Desde entonces, encabeza “Libertad y Orden”, una boleta paralela que, en los hechos, compite contra Adorni y busca generar confusión en el electorado de La Libertad Avanza en la Ciudad.
Manuel Adorni fue elegido por Javier Milei como la figura central en CABA. Es coherente, firme, leal y representa con claridad el rumbo del gobierno nacional. Por eso, resulta llamativo que Marra no haya dado un paso al costado para respaldarlo. Pero la respuesta no está en la ideología: está en el ego, el oportunismo y la necesidad de seguir figurando.

Expulsado de LLA por haber votado un aumento de impuestos junto a Jorge Macri (algo imperdonable para el mileísmo), Marra decidió no bajar el perfil ni rendir cuentas. Todo lo contrario: redobló la apuesta, se colgó de un sello prestado, y se lanzó a una aventura que, si bien su banca en la Legislatura porteña vence a fines de 2025 y necesita competir para seguir vigente, el movimiento de Marra huele a ambición personal de más largo aliento. Con su séquito, su objetivo parece claro: construir un espacio que le permita mantener su banca y así ser funcional al PRO.

El problema es el costo. Porque en esa jugada, el perjudicado directo es el electorado del presidente Milei, que necesita consolidar el liderazgo de Adorni en CABA. En lugar de sumarse al proyecto libertario original, Marra decidió jugar solo, aún sabiendo que su candidatura puede ser funcional a la oposición. Para muchos en el oficialismo, su actitud no es rebeldía: es traición directa.

El voto a favor de más impuestos, los presuntos guiños al PRO, la alianza con la UCeDe y la negativa a alinearse con el vocero presidencial no son hechos menores. Son señales claras de que Marra dejó atrás las ideas de la libertad para convertirse en lo que alguna vez denunció con furia: un dirigente que juega su propio juego, sin importar a quién arrastre en el camino.
Desde dentro de La Libertad Avanza no lo dudan: Marra cruzó la línea roja. No solo desafía la conducción, sino que lo hace con las armas clásicas de la política que Milei vino a desarticular. Pactos, estructuras viejas, sellos prestados, ambiciones personales por encima del proyecto impulsado por el presidente. Todo eso —en la narrativa libertaria— tiene un solo nombre: casta.

El discurso de Marra intenta mantenerse fiel a los principios liberales, pero los hechos lo desmienten. Al buscar confundir al votante, una estrategia similar a la de Yamil Santoro, su candidatura favorece directamente al oficialismo de la Ciudad. El resultado: una maniobra con el objetivo de mantener la permanencia del PRO. Y para quienes conocen la lógica electoral, eso no es ingenuidad: es cálculo frío.
Marra lo niega. Dice que su pelea es "por el verdadero liberalismo". Pero la lectura dentro de La Libertad Avanza es otra: su campaña es una forma de revancha disfrazada de coherencia, que va en contra de una construcción política que se basa justamente en lo opuesto a lo que hoy representa.

Ramiro Marra construyó su imagen en torno a la coherencia, la austeridad y la crítica sin filtro a la política tradicional. Pero su conducta actual lo aleja de todo eso. Su candidatura confunde al votante y lo divide. No suma: resta. No impulsa una renovación: abre la puerta a un retroceso.

En un contexto donde el mileísmo busca consolidarse, profundizar reformas y construir gobernabilidad, la movida de Marra opera como un ruido innecesario, funcional a quienes quieren frenar el cambio.

Hoy, Ramiro Marra encabeza una lista con un sello reciclado, enfrentando a Adorni, el candidato oficialista de un gobierno que lo tuvo entre sus filas. Y lo hace con discursos que suenan familiares, pero con acciones que lo dejan del otro lado de la trinchera. Para muchos, ya no hay dudas: Marra cruzó el puente y se instaló del lado de la casta.

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