El argentino escuchó y recibió a todos, abogó por el fin de las guerras con el foco en el combate a la pobreza y hasta habló del cambio climático. Por eso, para muchos se convirtió en un distinto dentro de una institución tan desprestigiada como la Iglesia Católica.
Si bien el rol de la Iglesia a través de los Papas fue la de buscar mediar en los conflictos internacionales, siempre con una postura más centrada, el rol de Francisco se destacó por profundizar más, ya sea directamente con los encuentros o viajes inesperados para un Pontífice, además de las posturas más firmes con respecto a su anteriores. Para sorpresa de los conservadores, el foco del Pontífice estaba puesto en buscar la paz, denunciar a quiénes ganan con los conflictos, criticar el modelo económico generador de pobreza y hasta defender a los migrantes, en una era de la ultraderecha que naturalizó discursos xenófobos, racistas y homofóbicos.
"La cultura del bienestar que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles a los gritos de los demás", decía un Francisco apenas cuatro meses después de convertirse en Papa, desde la isla italiana de Lampedusa. Había llegado allí tras mostrarse conmovido por el naufragio de una embarcación que terminó con la vida de decenas de migrantes. Mientras que en Italia ya resonaban voces como la del entonces diputado de la Liga, Mateo Salvini, que buscaban prohibir que los barcos pudieran pisar territorio italiano, incluso, cuando estén en el barco sin comida ni bebida, en una narrativa fuertemente anti inmigrante.
A los pocos meses hizo otro viaje histórico a Irak, la primera vez que un Papa visitaba este país árabe de mayoría musulmana, y lo hizo delante de unos escombros para mostrar lo que dejaron años de guerra y conflicto, además de pedir por los cristianos que viven allí. Desde ese primer año, los viajes de Francisco marcarían lo que fue su papado en el cual realizó más de 60 viajes y lo hizo a destinos impensados antes de su llegada, a excepción como se sabe de la Argentina, el Pontífice fue desde Indonesia a Corea del Sur, entre otros destinos que no solían formar parte de la agenda papal.
"La guerra siempre es una derrota, no lo olviden. ¿Y quién gana con las guerras? Los fabricantes de armas", decía Francisco, luego de contar que se había comunicado con el cura argentino Gabriel Romanelli de la parroquia de Gaza, a quien llamaba todos los días para conocer de primera mano la situación de la bombardeada Franja. Lograr la paz era algo que movilizaba al Papa y si bien el caso de Medio Oriente fue uno de los que más presente tuvo, también buscó ser parte de un acuerdo por Ucrania. Un dato llamativo es que se reunió y dialogó tanto con Zelensky como con Vladimir Putin, y tras su muerte ambos mandatarios destacaron con emotivas palabras el Papado de Francisco, incluso cuando ninguno de los dos son católicos.
Además de buscar la paz, buscar honrar a los migrantes, el Papa tuvo quizás una faceta menos conocida y fue la relacionada al ambientalismo con duras palabras hacia los países más desarrollados y al modelo económico global, que podrían atribuirse incluso a líderes como el mandatario colombiano, Gustavo Petro, que plantea que se debe pagar las deudas externas de la región, por la deuda en materia del uso de la biodiversidad de los estados en desarrollo. Aunque parezca algo contrario a la base de la Iglesia, Francisco se reunió con científicos, ambientalistas y trató de tontos a quienes niegan el cambio climático.
En el 2015, incluso antes de la llegada de Trump y la posterior salida del Acuerdo de París, Francisco hizo la primera encíclica relacionada al ambientalismo, en la cual decía cosas como: “La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”.
Fuente: Pagina 12