

Un informe que publica el sitio Big Bang News señala que desde que asumió la presidencia, Milei no duda en negar la existencia de las desigualdades de género. En sus intervenciones públicas, como las realizadas en Davos, afirmó que las brechas y violencias motivadas por género son una construcción inexistente: "Niega que haya una lógica diferenciada en los asesinatos motivados por género. Este posicionamiento ideológico negacionista se tradujo en el cierre del Ministerio de las Mujeres y en el desmantelamiento de áreas clave para la prevención y acompañamiento a víctimas", explica Vivanco.
Este desmantelamiento institucional deja a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad y fomenta un contexto habilitante para la violencia extrema hacia las mujeres y el colectivo LGBT: "Si el propio presidente te dice que esta violencia no existe y que las mujeres son mentirosas, el Estado criminaliza a las víctimas y genera un terreno fértil para el recrudecimiento de las violencias", agrega Vivanco.
A esta desprotección estatal se suma un retroceso alarmante en los medios de comunicación, Raquel explica: "El cierre de la agencia Télam, la persecución a periodistas feministas, el hecho de que ya no existan en muchos medios las editoras de género hace que volvamos a encontrarnos con medios de comunicación que espectacularizan esos hechos".
Casos como el triple femicidio en Florencio Varela de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15) evidencian cómo los medios estigmatizan a las víctimas y refuerzan narrativas peligrosas como la distinción entre "buenas" y "malas" víctimas: "Volvemos a escuchar discursos que justifican la violencia contra las mujeres. Voceros como Gustavo Cordera o Alfredo Casero, simpatizantes de Milei, refuerzan esta cultura de la violación y el desprecio hacia las pibas asesinadas", denuncia Vivanco. Además, mientras se exponen minuciosamente detalles íntimos de las vidas de las víctimas, los agresores, especialmente aquellos con poder económico o político, permanecen en un anonimato casi absoluto.
La violencia machista en Argentina no es ajena a las desigualdades sociales: "Las víctimas suelen ser jóvenes, pobres y precarizadas, muchas veces obligadas a sobrevivir en contextos extremos", señala Vivanco. Un ejemplo es el caso de Lara Gutiérrez de 15 años que ejercía la prostitución como forma de subsistencia.
Esta realidad pone en evidencia cómo las violencias se cruzan con la pobreza y la falta de oportunidades, afectando especialmente a quienes ya están en los márgenes del sistema: "Estamos hablando de un contexto donde nuestras jóvenes no tienen proyección ni presente ni futuro. Es una precarización absoluta de sus vidas", reflexiona Vivanco.
Denuncias falsas: el gobierno libertario como cómplice
La criminalización de las mujeres que denuncian violencias es otra estrategia utilizada por el gobierno de Milei para perpetuar su negacionismo. Bajo la gestión de Mariano Cúneo Libarona como Ministro de Justicia, se busca instalar la idea de que las mujeres que denuncian son mentirosas: "Ya existe la figura legal para denunciar falso testimonio; esto es un intento deliberado de criminalizar a las mujeres", advierte Vivanco cuando fue consultada sobre el intento de suicidio de la periodista tucumana que denunció haber sido abusada secualemnte por José Florentín, Abiel Osorio, Sebastián Sosa y Braian Cufré, jugadores del club Vélez Sarfield.
El caso reciente de esta joven que intentó suicidarse tras denunciar a los cuatro futbolistas es emblemático de esta problemática: en lugar de protegerla, la justicia cuestionó su testimonio, reforzando el mensaje de que denunciar es peligroso para quienes buscan justicia: "Cúneo Libarona representa esta ultraderecha que nos quiere adentro de nuestras casas, calladas y sin derechos. Es parte del mismo gobierno que niega las violencias mientras fomenta una mirada cuestionadora sobre las mujeres que se atreven a denunciar", sentencia Vivanco.
En los últimos meses, varios sectores políticos criticaron al movimiento feminista por "pasarse tres pueblos", sugiriendo que su lucha por derechos habría generado rechazo social y contribuido al ascenso de la ultraderecha. Pero Vivanco es categórica: "Si nos matan una piba cada 36 horas, claramente no nos pasamos ningún pueblo".
Lejos de ser excesiva, la lucha feminista sigue siendo insuficiente frente a una realidad que exige cambios urgentes y profundos: "No tenemos que ir tres pueblos adelante; tenemos que avanzar cien para equiparar la realidad que vivimos en términos de derechos, acceso al empleo y precarización de nuestras vidas", concluye Raquel Vivanco.
El feminismo popular sigue siendo una respuesta vital frente a un contexto político y social que amenaza con retroceder décadas en materia de derechos humanos. La lucha por visibilizar los femicidios, exigir justicia y transformar las estructuras patriarcales no sólo es necesaria, sino urgente. Porque mientras nos siguen matando todos los días, el silencio nunca será una opción.