lunes 29 de abril de 2024 - Edición Nº3869
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Campaña bonaerense: gato escondido

*Por Jorge Joury.- Hasta la propia tropa amarilla, no quiere llevar la pesada cruz del mandatario y ruegan que no los visite en sus distritos antes de las PASO. Quieren evitar el efecto piantavotos. Los denominados "sin tierra", aquellos que aspiran a las intendencias, se pegan solo a la figura de María Eugenia Vidal.


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Por:
Jorge Joury
Mientras el Gobierno trata de afinar la puntería en la cacería de votos, el conurbano se está tornando un territorio altamente adverso para Mauricio Macri. Por los efectos demoledores de la crisis, el malhumor social es muy grande. Por poner un ejemplo, hay 5.500 pymes que desaparecieron en los últimos cuatro años, aumentando significativamente los índices de desempleo y la falta de changas. Hasta la propia tropa amarilla, no quiere llevar la pesada cruz del mandatario y ruegan que no los visite en sus distritos antes de las PASO. Quieren evitar el efecto piantavotos. Los denominados "sin tierra", aquellos que aspiran a las intendencias, se pegan solo a la figura de María Eugenia Vidal. 
Las elecciones Primarias serán la encuesta más certera con la que contarán los ciudadanos en general y, en particular, la dirigencia política, los empresarios y los inversores externos, entre otros, para saber si la súper polarización que hoy se observa se ratifica en las urnas.
Si bien es cierto que la mayoría de los candidatos coincide en que hubo un repunte en la imagen presidencial, también admiten que ese efecto se detuvo y que a ninguno le sumaría ahora una aparición del jefe de Estado en sus territorios. Tienen como asumido, que el primer tramo de la campaña para ellos "es todo Vidal. Después de las primarias veremos", reveló un vocero confiable del oficialismo. 
El propio Sergio Massa fue hasta el hueso al describir esta situación: "Esconden a Macri porque sienten vergüenza. Si los propios candidatos de Juntos por el Cambio sienten vergüenza de Macri, ¿qué le pasa al resto del pueblo argentino?", apuntó el precandidato a diputado nacional en referencia a los carteles de los postulados a las intendencias que en el Conurbano no llevan ya la imagen del Presidente, sino la de la gobernadora María Eugenia Vidal. (VER FOTO)
A Macri le va relativamente mal y Vidal, que es una figura muy novedosa y exitosa de la política bonaerense, termina siendo víctima de lo mal que le va a Macri por razones económicas.
La gobernadora comienza a aceptar que podría perder las primarias contra Axel Kicillof. Hay quienes murmuran que se trata de una confesión que además es estratégica y busca movilizar a los simpatizantes de Cambiemos para que vayan a votar, aunque haya mal tiempo. Lo cierto es que en la Provincia también saben que necesitan perforar el techo de Vidal y reconocen que Macri resta en lugar de sumar.
Desde los laboratorios amarillos que trabajan a destajo en la residencia de la calle 6 en La Plata,  tratan de minimizar los rezongos de los candidatos "sin tierra". De hecho, el cierre de campaña antes de las PASO será en la tierra amiga del primo Jorge, en Vicente López. Pero intentarán mantener alejado a Macri de la tercera sección, donde el peronismo tiene un alto poder de fuego. Después, Rosario y Córdoba capital, serán las últimas cabeceras urbanas que pise el Presidente antes de las PASO. 
Los más experimentados en batallas políticas territoriales señalan que "sería un milagro que Vidal gane en agosto”. Las cuentas son muy sencillas. El conurbano bonaerense representa el 70% del electorado, si María Eugenia Vidal pierde en esa geografía, la diferencia no la puede descontar en el interior de la provincia. Es decir, si en el Conurbano perdiera por 10 puntos. En 9 millones de electores serían 900 mil votos abajo. Necesitaría entonces un 25% de los 3.800.000 votos restantes del interior a su favor para compensarlo. Para el kirchnerismo, “el interior lo tienen empatado”, porque según analistas, una cosa es Vidal y otra muy distinta es que la gente va a votar Macri-Vidal y el intendente, y en esta elección pesan las puntas de la boleta, la presidencia y la intendencia, no la gobernación. 
En el tramo final de la campaña, Cambiemos ahora decidió cambiar el eje de las críticas y le apunta a Verónica Magario porque el ataque a Kicillof no prende.Admiten que no sumó votos acusarlo de "marxista". 
En el gobierno bonaerense algunos admiten cierto fastidio porque Kicillof se muestra como un candidato medido en sus declaraciones, que no entra en provocaciones e intenta despegarse de polémicas como la de Aníbal Fernández. Además, logró minimizar las asperezas con los intendentes y pasea en tándem con Sergio Massa. "Vidal tiene que terminar con la campaña sucia y dejar de buscar mugre porque no la hay, no la va a encontrar", repiten los armadores del ex ministro. 
Frente a este escenario, las dos fuerzas mayoritarias que están polarizando en un 80%, buscan sacar distancia seduciendo a los electores que aún no decidieron su voto. Este segmento cruza todos los sectores sociales, pero se concentran en los estratos medios y medios-bajos y son mayoría de mujeres. Son electores que están descontentos con la marcha de la economía, el ajuste y los tarifazos. Ese universo puede convertirse en el actor decisivo que incline la balanza de las PASO del 11 de agosto próximo. Pero también hay que decir que ese nicho resiste la figura de Cristina Kirchner, más aún cuando aparece en escena Aníbal Fernández, disparando que le confiaría sus hijos al odontólogo femicida Ricardo Barreda, antes que a María Eugenia Vidal. Hasta el propio Kicillof y un amplio abanico de dirigentes, tomaron distancia del polémico ex jefe de Gabinete, señalando que le resultaban penosas sus declaraciones.
En las usinas del oficialismo festejan estas actitudes disparatadas y creen que les pueden acercar votos. Sostienen que esa franja de indecisos es alta y se ubica en un porcentaje superior al 20%. Contrariamente, el opositor Frente de Todos calcula que el núcleo duro se aproxima al 10%. La mayoría de las encuestas dibuja un espacio que trepa hasta el 15% y señala un recorte etario entre los 40 y 55 años.
Las diferencias estadísticas encuentran, sin embargo, un punto común. Tiene que ver con que esa complicada comunidad en la que conviven apolíticos, aspiracionales sin bandera partidaria y decepcionados, recién sacará sus cartas en las últimas dos semanas previas a la elección. También los especialistas dicen que esa franja  medita la conveniencia o no de participar de unos comicios que sólo definen un primer diagrama de candidatos. El antecedente inmediato lo confirma el dato que en la primera vuelta de las presidenciales de 2015 votaron 2 millones de personas que no habían participado de las PASO.
Asociados a esos sectores,  también hay que contabilizar a quienes son permeables a cambiar su voto entre cada instancia electoral, es decir, las PASO, generales y balotaje.
El Frente de Todos identifica a los indecisos como ciudadanos críticos de la etapa kirchnerista en tres ejes –política de planes sociales, corrupción e inseguridad– que ahora también rechazan la oferta de Juntos por el Cambio por la marcha negativa de la economía y los efectos del ajuste en su vida cotidiana. 
En la Casa Rosada apuntan a los desencantados, aquellos que votaron a Mauricio Macri en 2015, pero hoy se dirimen en volver a hacerlo por la ausencia de un horizonte económico próspero. La historia del macrismo se alimentó de su apoyo sobre la hora en los últimos dos turnos electorales.
Ambos espacios definieron candidaturas a presidente y vice con el objetivo de salir a pescar a esos sectores. La figura de Alberto Fernández es para perforar los límites del rechazo a la figura de CFK y Miguel Ángel Pichetto para intentar ampliar la oferta del macrismo. 
Aunque los indecisos circulan en todos los estratos sociales, el Frente de Todos aumenta sus posibilidades de sumar adhesiones entre los más jóvenes, principalmente por la falta de salidas laborales. Un ejemplo de ello, fue la cola de un kilómetro para aspirar a 50 puestos de personal carcelario bonaerense. Mientras tanto, el oficialismo se hace fuerte con los mayores y le pone una ficha a la tercera edad.
Lo cierto es, que faltan menos de dos semanas para que las urnas pinten de cuerpo entero la radiografía electoral de la Argentina. Demasiado tiempo, en un país de economía frágil y con una realidad pendular capaz de inclinar la balanza para uno u otro lado, en tan solo 24 horas.
Para ganar en octubre el gobierno confía sobre todo en los efectos de su campaña electoral, mientras que el kirchnerismo apuesta a que la situación económica resulte suficiente para definir su triunfo.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.    
 
 

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