viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3859
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Opinión y Reflexión: Poco creíbles, pero influyen

Por Coni Crowder.- Las encuestas y sondeos anticipan el mapa electoral y todos replican sus resultados. Muestran el clima de opinión y aparecen en los medios como verdad revelada. Cada vez son menos creíbles pero influyen en la contienda electoral.


 

A días de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias -PASO- al fin llegó la veda de encuestas. Los números reales se conocerán en la verdadera gran encuesta nacional del próximo domingo, donde se definirá el panorama de cara a octubre y el resultado incidirá en la elección general. Las principales fuerzas, Juntos por el Cambio y Frente de Todos, apuestan a que estas PASO sean una primera vuelta virtual y que el resultado se defina sin ballotage.

Las encuestas, hace meses en el centro de la escena, son un instrumento para dibujar el mapa del voto ciudadano a través de un recorte representativo de distintos segmentos de ciudadanía: trabajadores, amas de casa, profesionales, juventud, tercera edad, desempleados y diferentes sectores sociales en muestras de casos que funcionan como un ejercicio previo de aproximación. Aunque efímeros y cambiantes, los datos y la información que recopilan las encuestas a días de las PASO, varían según los últimos sondeos. 

Pese a que en las elecciones del 2015, las principales encuestadoras triunfaron en el error y el mal cálculo, desde entonces aumentaron las consultoras tanto opositoras como oficialistas y las universidades privadas, bancos o fondos de inversión que hacen y contratan sus propias mediciones. En un escenario de contienda electoral son, al parecer, el único asunto público trascendente en el que se basan los medios para hacer y deshacer conjeturas, aventurarse en alianzas, fórmulas, estrategias, nuevos candidatos e incidir en el ánimo o desánimo de la población y los mercados.

¿Porqué son cada vez menos creíbles las encuestas? Volatilidad de datos, errores de cálculo y pronóstico, recortes que pretenden universalidad, diversos intereses que influyen en su difusión o falta de independencia son algunas de las objeciones que reciben las encuestas y consultoras en los últimos tiempos. Son, en muchos casos, una herramienta más de la campaña y si en apariencia funcionan como el espejo donde nos miramos cada dos y cuatro años, el manejo de los datos que proporcionan son monopolizados y utilizados con los más diversos fines.

A poco de las PASO, basta mirar las encuestas e indagar en quien las realiza para advertir variedad de resultados. Para algunas, la diferencia de la fórmula Fernández-Fernández respecto de la de Macri- Pichetto supera los siete puntos. Otras hablan de tres y cuatro puntos o que disminuyó a dos puntos la diferencia; alguna sugiere un empate técnico o que el oficialismo ya supera al candidato opositor.  Y si hay debate, nuevas encuestas se encargarán de detallar la opinión del público que decidirá quién ganó la contienda, en consultas y muestras que no superan las mil personas.

Con datos disímiles y  campaña del miedo mediante, reina la confusión. Guerra de encuestadoras, uso de datos para beneficio de un candidato, grupo o sector, contribuyen a esta abundancia informativa de gran hermetismo en lo económico, donde las más variadas narrativas pretenden dar cuenta del estado de cosas. Eso sí, valen más los números y las estadísticas que las ideas y plataformas. Falta poco para el 11 de agosto y una eternidad para el 27 de octubre, en un clima donde seguirán lloviendo encuestas.

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