sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº3860
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El primer mes y sin doble comando

* Por Jorge Joury.- Contra todas las especulaciones y al cumplirse el primer mes de gobierno, hasta el momento la convivencia política entre Cristina y Alberto, va por cauces normales. Hasta ella dijo que no quiere tener un despacho acondicionado en la Casa Rosada. De esta manera, la vicepresidenta de la Nación romperá con los dichos malintencionados de "doble comando" y también con la tradición de que su lugar de trabajo esté cerca de la oficina del Presidente.


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    Contra todas las especulaciones y al cumplirse el primer mes de gobierno, hasta el momento la convivencia política entre Cristina y Alberto, va por cauces normales. Hasta ella dijo que no quiere tener un despacho acondicionado en la Casa Rosada. De esta manera, la vicepresidenta de la Nación  romperá con los dichos malintencionados de "doble comando" y también con la tradición de que su lugar de trabajo esté cerca de la oficina del Presidente.  Aunque el 10 de diciembre estuvieron juntos en Plaza de Mayo en el festival y acto por la asunción, CFK avisó que sólo volverá a la Casa Rosada para algún acto. 
    La delimitación del espacio físico marcado en que él está en Balcarce 50 y ella en su oficina del Congreso como titular del Senado y la distancia obligada por sus constantes viajes a Cuba, mantienen fuera de escena a la ex Presidenta, mientras Alberto Fernández alimenta su propio poder y su impronta. También eso genera cierta tranquilidad en sus entornos.
    Alberto necesita desterrar de la escena pública y de la imaginería popular cualquier suposición de que su administración es "cristinadependiente". O que cada decisión que tome en el marco de la gestión tiene que estar sujeta al visto bueno de la ex presidenta, y hasta se rumorea en los mentideros que de su hijo Máximo. Se lo han escuchado decir: va a demostrar que no hay sombra de injerencia de la vicepresidente en la toma de decisiones de gobierno. Que Cristina "es y será una dirigente de consulta permanente de Alberto", lo ha reconocido él mismo y lo repiten sus colaboradores. Pero la última palabra siempre será suya.
    A un mes de haber asumido la presidencia, las primeras encuestas marcan que Alberto Fernández logró reforzar su imagen positiva y que las primeras medidas que tomó para reactivar la economía y atender a los sectores más humildes, fue tomada con beneplácito en gran parte de la sociedad. Además, existe un crecimiento de las expectativas positivas por parte de la población para que la situación mejore.
    Así lo reveló una medición del Centro de Estudios de Opinión Pública, que encabeza el sociólogo Roberto Bacman, determinando que el Presidente concentra más del 60% de imagen positiva, mientras que la negativa llega al 34%.
    No solo se reforzó la imagen del mandatario, sino que el humor social también ha variado notablemente. Según la encuesta, se puede observar que ha cambiado la estructura de las preocupaciones de los argentinos. Si bien la economía y la inflación siguen estando al tope de los problemas percibidos, el valor es mucho más bajo, alrededor de 28 puntos menos que dos meses atrás.
    Las expectativas positivas con respecto a la economía (desocupación, economía y pobreza) se ubican en el orden del 41 al 45%. Si se comparan los datos, las últimas encuestas de la gestión de Cambiemos mostraban que la población decía que con el Gobierno “todo iba a empeorar".
    Además, la medición indica que un 67% de los encuestados está a favor de la frase “los que más tienen deben hacer un esfuerzo para ayudar a los que menos tienen” pero a la vez cuando se hablan de medidas concretas como la Ley de Emergencia Pública y el dólar turista, el 40% está en desacuerdo.
    No obstante, existe una gran mayoría que cree que la economía mejorará: entre 6 meses y 1 años (31%); menos de 6 meses (30%); más de un año (33%).
    La gran voz insurgente es la de Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo y abanderada K. Varios jueves, en la habitual ronda en Plaza de Mayo, Bonafini reclamó al Presidente que limite a los medios de comunicación. Siempre con palabras estridentes que levantan olas. 
    Mientras la convivencia despierta expectativa, los principales jugadores el oficialismo desalientan versiones de roces y especulaciones. Reconocen que hay ganadores y perdedores en muchos sectores. Incluso el círculo íntimo presidencial, políticos y técnicos del Grupo Callao, ocupan segundas y terceras líneas y tienen en Santiago Cafiero y Matías Kulfas los únicos con rango ministerial.
    También se señala que la convivencia con los gobernadores es amplia. Unos 17 mandatarios pasaron ya por el despacho de Wado de Pedro.El ministro del Interior, mantiene su bajo perfil, pero reporta de manera permanente a CFK y a su hijo Máximo.
    Lo que se observa, es que hasta ahora el reparto de cargos dejó con mucho peso polìtico al kirchnerismo duro en Nación. El ejemplo es Tristán Bauer en Cultura, Luana Volnovich en PAMI, Alejandro Vanoli en Anses, Martín Sabbatella en Acumar, y Carlos Zannini como procurador del Tesoro, entre otros y sin contar segundas líneas. En Provincia la ecuacción es más marcada, donde Axel Kicillof hizo un gabinete 100% propio y ultra K.
    No obstante, la mayoría opina que  a nivel nacional el vínculo y el equilibrio que construyen operando en tándem Sergio Massa como presidente de la Cámara de Diputados y Máximo Kirchner, jefe del bloque del Frente de Todos. Ambos son frecuentes visitantes de la Casa Rosada. El último día del año Massa cobró otro protagonismo al almorzar con Kicillof, Verónica Magario, ministros y jefes de bloques provinciales en busca de una solución a la trabada ley impositiva. El encuentro, que intentó ser secreto sirvió para reeditar el equipo que funcionó durante la campaña.
    El valor de la unidad, hoy en el Gobierno es la moneda más fuerte. Todos entienden que separados quedaban afuera y le hacían el caldo gordo al macrismo.Además, todos son conscientes que la situación es tan crítica que todos se manejan con cautela esperando salir y que repunte la economía.
    Al despacho de Alberto Fernández siguen entrando sólo sus íntimos y que a metros de su oficina están quienes definen futuras estructuras como Gustavo Béliz, cada vez con más incidencia, y Juan Manuel Olmos. La “mesa chica” parece una réplica de lo que fue el equipo de campaña en el búnker de México 337 a excepción de Béliz que recién se sumó al terminar su contrato con el BID.
    Béliz estudia minuciosamente y en silencio, cada rincón de la estructura estatal, lo que ha demorado las designaciones. Es una de las razones por las que la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, pasa tantas horas en su despacho redactando y corrigiendo resoluciones y decretos. El otro motivo es la hiperactividad a la que los somete el Presidente, Todos coinciden en que "Alberto es una máquina de trabajar", y señalaron que hasta obligó a editar el Boletín Oficial los días sábados logrando visitas récord en sólo 20 días.
    Alberto también se cuida de figuras polémicas de su propio partido. Por ejemplo,Aníbal Fernández volvió hace unos días a la Casa Rosada luego de casi un lustro para reunirse con el jefe de Estado y pese a que evitó dar detalles del encuentro negó que se le hubiera ofrecido un cargo..
    "Lo que yo quiero es ayudar a mi amigo, al que hoy le toca la enorme responsabilidad de conducir los destinos de este país. Yo lo voy a ayudar en lo que él necesite, pero ni me pidió que yo fuera ninguna cosa ni yo le pedí ser ninguna cosa porque sería una falta de respeto", dijo Aníbal.
    Hay que decir que la relación que arrastran Alberto y Aníbal no es buena desde que compartieron gabinete durante el gobierno de Néstor Kirchner.
    Cristóbal López, que eligió a Aníbal como abogado, se lamenta con frecuencia por esa elección justo cuando Alberto llegó a la presidencia. "No lo quiere a Aníbal", suele repetir el empresario.
    La tensión entre ambos se exhibió durante la campaña, cuando Aníbal dijo que prefería confiarle sus hijos al femicida múltiple Ricardo Barreda antes que a María Eugenia Vidal. Alberto, que intentaba dar una imagen de moderación y diálogo, tuvo que salir a decir que las declaraciones no habían sido felices. 
    Mientras se estabiliza la macro, Alberto Fernández sabe que no puede desatender la economía doméstica. Por eso, uno de los pilares de su programa tiene que ver con una política de ingresos expansiva, sobre todo para los sectores más vulnerados en los últimos 4 años. Entre diciembre y enero, el Estado destinará casi 100 mil millones para jubilados que cobran la mínima y beneficiarios de la asignación universal por hijo. Se trata de un universo de casi 10 millones de personas. Además, se desarrollará una tarjeta alimentaria para las familias con menores recursos, se congelarán tarifas de servicios públicos (en principio por seis meses) y volverán el programa "Precio Cuidados" y la devolución del IVA en los productos de la canasta básica. Esa política por abajo busca alentar el consumo y la producción locales.
    El Plan Argentina contra el Hambre, más allá de que pueda sonar polémico que uno de sus númenes sea el presentador Marcelo Tinelli, es una brillante metáfora que busca sintetizar la herencia macrista: ante el hambre no puede haber otra cosa que solidaridad, y cualquier impuesto está justificado.
    Además, se alienta una baja de la tasa de interés (está, hoy, por debajo de la inflación), que de respaldo financiero a las PYMES (que recibieron una generosa moratoria) y aliente al consumo sobre el ahorro: los plazos fijos en pesos pierden atractivo con tasas negativas y el dólar está muy caro y de difícil acceso. 
    Mientras tanto, para el sector formal de la economía el Gobierno nacional piensa en un "acuerdo social" que reúna a empresarios y trabajadores, modelo que también exploró, sin éxito, Cristina Fernández de Kirchner en su primer mandato. Por ahora, no hay mucha información sobre las características del pacto, aunque Alberto parece buscar, por lo menos en esta etapa de emergencia, alguna herramienta institucional que permita moderar reclamos salariales y aumentos de precios. En los próximos meses, el modelo necesita empezar a mostrar algunos resultados que permitan respaldar el rumbo. Además, se prenden velas a la compleja negociación que deberá llevar adelante Guzmán, un experto en deuda externa. 
    Otra señal positiva, es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó elogios para el primer mes de gobierno de Alberto. Más precisamente, Alexander Werner, el director del organismo para el Hemisferio Occidental, aseguró que la gestión se mueve “en una dirección positiva”.
    Puntualmente se refirió a las medidas económicas adoptadas por el gobierno en los primeros días de mandato, y valoró que se hayan realizado “sin que las cuentas fiscales se vean afectadas".  
    Convengamos que un mes es muy poco para un juicio definitivo, pero, con todas las salvedades que ese corto lapso sugiere,  la dirección muestra un gobierno con fuerte sentido social, dispuesto a desterrar el hambre una de las grandes desgracias de la decadencia argentina. Por sobre todas las cosas, Alberto Fernández conoce de pies a cabeza el Estado y no necesita descubrirlo.Y eso es una ventaja para que pueda acertar en sus medidas.
     
     
    *Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, ir al sitio: Jorge Joury De Tapas       
     

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