Con inocultable dolor y muestras de indignación hoy se puede decir que La Plata es lo más parecido a Kosovo, aquel territorio devastado durante la guerra de los Balcanes. Es la herencia que le deja Pablo Bruera a Julio Garro, la más dura que se recuerde en 24 años de gobiernos peronistas. Hoy entrar por la avenida 44 desde Olmos, es encontrarse con pilas de basura a los costados de la ruta y un olor pestilente, casi irrespirable. Todo en medio de ratas de variado tamaño. Se trata de un peligroso foco de contaminación, similar al que acompaña a gran parte de la geografía urbana, donde el abandono y la suciedad brotan como hongos venenosos de la gestión que se fue. El panorama es preocupante, a tal punto que Garro se comprometió a declarar la emergencia sanitaria. Pero tal vez, lo más interesante del arranque del nuevo jefe comunal, es haber legitimado un gesto que nunca tuvo Bruera y que colabora frente al posible reencuentro de miles de platenses con el gobierno comunal,

El intendente en su juramento subrayó que “comenzaremos a recuperar la confianza y sanar las heridas de una ciudad que sufrió el golpe más fuerte de su historia”. Lo hizo en alusión a la inundación del 2 de abril de 2013, y pidió “perdón” en nombre del Estado Municipal a las víctimas y sus familiares, quienes se hicieron presentes en el recinto.

Son muchos los desafíos que esperan al nuevo alcalde y que deberá subsanar en los próximos meses, después de ordenar las destartaladas finanzas. En la historia de la ciudad difícilmente se encuentre una  postal como la de hoy, con  cientos de calles bombardeadas, plagadas de baches y donde la corrupción ha dejado su sello indubitable. Garro sabe que cuando desate el paquete, se encontrará con una deuda de por lo menos 500 millones de pesos. En el corto plazo deberá atender pagos con cooperativas, proveedores, empresas prestadoras de servicios  y solucionar la falta de recolección de residuos, entre otros temas urticantes.

Su llegada al sillón de Calle 12 es una suerte de aire fresco frente a la desidia y el desgobierno de las últimas semanas de la gestión bruerista, en donde se frenaron los pagos, se canceló el servicio de recolección de residuos y se abandonaron y se saquearon los espacios públicos a límites alarmantes.

En un hecho sin precedentes en la historia de la ciudad, tras la derrota electoral, la gestión municipal desmanteló hasta los cables de la luz de la República de los Niños. Este episodio lamentable fue registrado por un vecino que recorría el predio y que puso en la web las imágenes a disposición de todos los ojos ciudadanos. Luego de haber depredado los aparatos aeróbicos de parques y plazas pública de la ciudad, ahora la gestión Bruera es denunciada por desmantelar la República de los Niños, la cual durante los últimos 8 años estuvo administrada por la Fundación Valorar. Según se denunció, en vehículos particulares estuvieron vaciando el predio, al punto tal de llevarse cámaras de seguridad, mesas, sillas, muebles y hasta los cables de media tensión. 

Garro además necesitará de la ayuda financiera de la gobernadora María Eugenia Vidal para hacer frente al pago del medio aguinaldo previsto para el 15 y los sueldos, en los últimos días del mes. Tampoco tiene posibilidad de aumentar impuestos, ya que según admitió el propio ministro de Economìa, Hernán Lacunza, están en el tope. A Garro no le queda otra que apelar a la lapicera roja en un plan de austeridad sin tibiezas. Tendrá que achicar el elefantiásico organigrama bruerista, a punto de entrar en el Guiness por su "generosidad" en el reparto de cargos. Desde Cambiemos aseguraron que simplificarán la cantidad de puestos políticos tanto en la Provincia como en la Ciudad y compararon la estructura actual con la de La Matanza, el municipio más poblado del país, con casi 2 millones de habitantes, es decir, tres veces más que La Plata.