viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3866
Diario Full » POLITICA y POLITICOS

Un año sin Nisman bajo las sombras del poder mafioso

Por Jorge Joury


Al cumplirse un año de la misteriosa muerte de Alberto Nisman, la injusticia aún domina el escenario y acerca cuotas de suspenso. El caso  marcó un antes y un después en la historia de la Argentina. El 18 de enero del 2015 por primera vez un fiscal federal aparecía muerto en su departamento. Justo el día antes de presentar su denuncia contra la presidenta Cristina Kirchner. La sociedad todavía observa perpleja. Espera el final de una película que por ahora viene por capítulos. Teme que le proyecten otra secuencia del show de la impunidad. En medio de tanta confusión, será difícil encontrar respuestas. En criminología se sostiene con contundencia que el cuerpo siempre habla. Pero en este caso. alguien faltó a la cita. En el vértigo de las más calificadas autopsias, aún hay un cadáver deambulando en busca de explicaciones. El hombre que investigaba el atentado a la AMIA  y colocó al Gobierno de Cristina en el centro de la sospecha , inexplicablemente de la noche a la mañana desapareció de la escena con un tiro en la cabeza y ni siquiera rastros de pólvora en los dedos. No fue en medio de un desolado paraje, sino en la geografía urbana de  cuatro paredes de un baño en un coqueto edificio de las torres Le Parc, en Puerto Madero. Allí, paradójicamente, nadie escuchó el estrépito de una Bersa calibre 22.

EL DIA QUE NADIE CUIDO AL FISCAL 

Es extraño que ese día no funcionaron las cámaras de seguridad. Tampoco a los custodios les llamó la atención el silencio prolongado de tantas horas sin que Nisman los requiera. Es obvio, que lo tenían que cuidar con los ojos bien abiertos porque investigaba en el país el atentado más grave  y cruento de Latinoamérica. Pero eso no ocurrió. Nisman tenía diez hombres asignados. Más que seguridad, lo rodeaba un séquito de choferes, cadetes de delivery, mensajería y mandaderos varios. El fin de semana en que apareció muerto uno estaba a disposicion como chofer, otro le hizo de correo y el restante fue a comprarle sushi. Pero ninguno impidió que un arma llegara hasta él. No lo informaron y no se enteraron. Uno de los policías compartió el ascensor con el asistente informático Diego Lagomarsino, que le llevaba la Bersa a Nisman y ni siquiera lo palpó de armas.La actuación policial antes y después del hallazgo del cadáver también fue vergonzosa y lo suficientemente desprolija para terminar de contaminar el escenario del hecho.

Para la ex mujer de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, hubo zona liberada y todo fue planificado con mucha sofisticación. Y como si fuera poco, en medio de la batalla judicial para mantener viva la causa, se montó una campaña difamatoria pocas veces vista.

En poco tiempo, el fiscal más importante del país, pasó a formar parte de la galería de los sospechados. Lo transformaron en mitómano, alcohólico, drogadicto, protagonista de amores ocultos y socio de los servicios de inteligencia, además de colaborador de los fondos buitres. Fue la segunda muerte de Nisman. La investigación entonces quedó reducida a la nada y su buen nombre fue pasto de las fieras.

Pero en los últimos días algo cambió. Hubo una señal alentadora del gobierno de Mauricio Macri. Desclasificaron toda la información secreta que obra en su poder. Esta decisión, en respuesta a un pedido de la jueza Fabiana Palmaghini, abre la posibilidad de avanzar en el esclarecimiento de la muerte.Pero también permitiría desarchivar la denuncia de encubrimiento contra la ex presidenta Cristina Kirchner. La magistrada además ordenó cruzar los teléfonos de todos los custodios para saber quienes hablaron ese domingo trágico. El contenido de esas llamadas es uno de los grandes interrogantes.Las hipótesis en los tribunales van desde un eventual encubrimiento de un crimen, hasta alguna alerta de que algo ocurría dentro del departamento de las torres  Le Parc.

EL SEÑOR DE LOS SECRETOS 

 Si bien es cierto que el hecho  provocó una enorme conmoción social y una marcha de medio millón de ciudadanos en las calles de Buenos Aires, con el correr de las semanas y los meses, la desazón embargó a la opinión pública. El clamor popular entonces fue a parar a la cloaca de los servicios de inteligencia, el lugar donde habitualmente se les da sepultura a los sucesos impactantes que tienen que ver con la política.

Bajo esas circunstancias, hoy  la investigación carece de hilos conductores que permita a los familiares de la víctima poder cerrar las heridas. Están quienes aseguran que se trató de un suicidio inducido en medio de una trama que mete miedo. Allí se entrecruzan las negociaciones turbias con Irán y la relación complicada con EE.UU. También abundan las sospechas sobre la mano negra del espía Jaime Stiuso, el hombre que durante once años estuvo al servicio del kirchnerismo, para luego convertirse en un supuesto conspirador internacional.

 Y si algo faltaba para embarrar la cancha y favorecer la impunidad, se suman a la historia agentes de inteligencia y jueces de convicciones frágiles. El caso Nisman nos pone a todos frente a un espejo. Muestra el costado más decadente de los gobernantes, de los jueces y de nosotros mismos. Forma parte de una sociedad anestesiada, incapaz de ir hasta el hueso en la búsqueda de la verdad. Tal vez Stiuso, el señor de los secretos, sea el depositario de gran parte de las respuestas. Pero lo dejaron salir del país y con él parte de la verdad viajó hacia geografías por ahora desconocidas, pero no inalcanzables.

LA HIPOTESIS DEL SUICIDIO INDUCIDO

 

Hoy la investigación que busca develar cómo se produjo el deceso de Nisnan se encuentra frente a dos dilemas. O se avanza con la hipótesis del suicidio. O se encara la pesquisa hacia un dictamen final que confirme que el fallecimiento se produjo a raíz de uno o varios instigadores que hayan influido a través de amenazas sobre el fiscal para que se quitara la vida.

Esta última teoría es la que algunos investigadores le encuentran mayor asidero. Sostienen que es probable que aquel 18 de enero personajes oscuros del espionaje hayan empujado a Nisman a matarse.  Creen que fue amenazado entre el jueves y viernes anterior a su muerte . Y  que luego,  el sábado, cuando le habría pedido el arma con la que se produjo su muerte a su asesor informático Diego Lagomarsino, ya tenía la decisión tomada. Se aferran a la teoría que la instigación a suicidarse que podría haber sufrido Nisman se emparentaba con revelar detalles de su situación económica.

Lagomarsino reconoció que el fiscal se quedaba con la mitad de su sueldo y, además, es investigado por ser cotitular, junto a la madre y la hermana, de una cuenta bancaria en EE.UU. con fondos por más de 600 mil dólares. También se puso la lupa sobre una de las transferencias  a la cuenta de Nisman que  hizo Damián Stefanini, el empresario que desapareció en Tigre, quién le había depositado 150 mil dólares el 23 de octubre de 2012. ¿Cuál era la relación entre el financista y el fiscal?

LAS DIEZ HORAS EN BLANCO

Las dudas que recorren cada una de las  fojas del expediente confluyen además en una pregunta inexorable: ¿Qué papel cumplieron sus custodias en las horas previas al dramático desenlace?. La jueza Fabiana Palmaghini llamó a indagatoria a los dos policías que tenían asignada esa responsabilidad el día de la muerte de Nisman. Tanto a Armando Niz, como a  Luis Miño se les imputa el presunto delito de "incumplimiento de los deberes de funcionario público". Tiene que ver con no haber intervenido con mayor premura, pese a que Nisman no respondía a sus llamados. Y por abandonar la custodia para ir a buscar a Sara Garfunkel, la madre del fiscal, el día del hallazgo del cuerpo sin vida. La justicia no entiende por qué aquel 18 de enero estos dos hombres nunca informaron a sus superiores sobre la ausencia y falta de respuesta a sus llamados al fiscal. Menos comprende la tardanza de por lo menos 10 horas en ingresar al departamento y por qué antes de hacerlo fueron a buscar a la madre de Nisman. ¿Acaso ya sabían del sangriento desenlace?.  Sara Garfunkel, está convencida que a su hijo lo mataron. Quiere saber "cómo y quien armó todo". En cambio la hermana del fiscal manifestó sus dudas."Quiero saber como murió. si lo decidió él o si lo obligaron", señaló.

En medio de las sospechas, las preguntas abundan. ¿ Por qué Francia a las 24 horas del atentado en París, pudo saber quienes fueron los autores? . ¿Por qué no se puede aspirar a tener una justicia eficiente y servicios de Inteligencia que velen por la seguridad nacional, en vez de espiarnos?. La causa AMIA y el caso Nisman son dos expresiones que ponen al descubierto la crisis del Poder Judicial. Es el legado eterno que transmiten las mafias para meter miedo. La llave que abre todas las puertas del Estado paralelo. Frente a este escenario,  Argentina no puede mirar hacia el futuro si no esclarece la muerte de Alberto Nisman.

Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP. Su correo electrónico es[email protected].

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias

VIDEOS