Aumenta la temperatura del año electoral. Y, porfía obliga, los responsables de dicho cambio meteorológico son el Gobierno Nacional y el Frente para la Victoria. Cada uno con su propio libreto.

Cleptocracia versus democracia, el guión propuesto por Macri and company, y plutocracia versus democracia, la cantinela entonada por Cristina Fernández de Kirchner y su coromilitante. El país, nuevamente, amenaza con virar hacia la bipolaridad. Este déjà vu del balotaje del 2015 (si juega la ex Presidenta, con grandes chances de superarlo en voltaje), está dejando a un costado cualquier intento de síntesis superadora de esas dos ofertas.

Caso palmario: la fuerza que estánentretejiendo Margarita Stolbizer y Sergio Massa. Como demuestra su historia, a la Argentina siempre le cuesta la dialéctica. Con el mainstream demoscópico y los grandes medios de comunicación soplando en contra, el corpus Gen-Frente Renovador debe construir una estrategia electoral que intente suturar la famosa “grieta”. Hay que anular cualquier intento de remake de aquel filme que se rodó –tan intensamente– entre los meses de octubre y noviembre de 2015, previo a las urnas definitivas.

Ahora, ¿cómo bajarle el volumen a los parlantes de la Argentina agrietada? Para empezar, desagregando la campaña. Margarita y Massa, aprovechando que sus perfiles sociopolíticos pescan en distintas peceras, deben desarrollar dos campañas en una.

En otras palabras: circular por dos carriles diferentes, con tácticas disímiles (pero conjugables), para recoger la porción más gruesa del pastel electoral.
La referente principal del progresismo doméstico tendría que aprovechar su currículum en pos de la transparencia institucional y reposar su “mira” sobre la gestión de Cambiemos. Demostrar que, en cuestión de manejos de recursos públicos, el kirchnerismo y el PRO poseen más similitudes que diferencias. Material hay de sobra: Panamá Papers, Correo Argentino, el caso Arribas, Avianca y un etcétera que promete ir desperezándose con el correr de la obra pública.

Esta lineamiento discursivo ayudaría a desplomar el ring que intentan levantar Macri y el periodismo. En relación al territorio, la líder de centroizquierda tiene que caminar las urbes mesocráticas (La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca) y las zonas rurales del interior de la provincia. ¿Los targets a cubrir? Estudiantes, pequeños comerciantes, chacareros y profesionales independientes, entre los principales sectores. Confianza, contención y honestidad: el trípode sobre el que habría que erigir el vínculo. Ahí le estaría disputando voluntades a la escuadra Cambiemos.

El ex intendente de Tigre, en cambio, debería focalizarse en una agenda para los trabajadores, las PYMES y el “pobretariado” (aquellos que pululan por los márgenes del mercado). Una gramática diseñada exclusivamente para los escalafones más golpeados por el modelo de acumulación que está promoviendo la Casa Rosada. Las suelas del diputado nacional, a diferencia de su partner, tendrían que gastarse en los grandes polos industriales, el Conurbano y las zonas económicas más sensibles. Un lenguaje sin rodeos, comprensivo y creíble, las claves para conectar con los estratos más vulnerables. El forcejeo electoral, en este caso, sería con el kirchnerismo nuclear y el peronismo que todavía responde a Calafate. Ante el bloqueo de las principales arterias comunicacionales por parte de los brokers de la grieta, la dupla Stolbizer- Massa tiene que apostar al metro cuadrado.

El cara a cara como bypass comunicacional. Este contacto directo, sumado a la creatividad, la innovación y la ruptura que faciliten los dispositivos 2.0 empezará a pavimentar la ancha avenida del medio. Tan solo una receta. Por algo se empieza.