La consigna es mostrar lo que está a la venta y,sobre todo, permitir ver "como le queda" a las potenciales clientas. A partir de ahi se mueven los desfiles de modelos que todas las tardes se organizan sobre la arena caliente de Cariló, en la franja de playa que va del balneario Hemingway hasta el recietemente abierto Neruda.
Las chicas, en grupos de tres a cinco, llegan arrastrando el típico carromato cargado con vestidos, polleras y camisas de telas livianas y empiezan a ponerse los modelos para enseguida pasearse entre las sombrillas para mostrar la mercadería. Algunas lo hacen incluso llevando un pequeño pero potente aparato de música para darle más ambiente al improvisado desfile.
"Lo venimos haciendo hace un tiempo en algunas playas de Europa, como Scicilia y otras del sur de Italia y este año decidimos probar acá", cuenta una de las modelos.
La respuesta de la clientela parece ser la buscada. A poco de terminado cada desfile -que dura entre 10 y 15 minutos- las clientas se amontonan alrededor del carrito.
"Vendemos con tarjeta, tenemos posnet y no cobramos recargo", avisan.

Los precios: un poco saladitos porque el promedio de cada prenda no baja de los 1,500 pesos. 

"Son telas y diseños exclusivos que trajimos de Europa. No es el simple vestido de playa que se vende todos los veranos", se atajan las chicas contentas con su emprendimiento.