viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3866
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Editorial

"Ah, sos de La Plata": la caricia que a veces da verguenza

Cuando decis "soy de La Plata", la reacción es un "ah", con tonada a "que lindo" o "que bueno". Es que así nos ven todavía en esa geografía que llamamos "afuera". Pero en los últimos tiempos a ese "ah, sos de La Plata" grato y angelado se le han prendido algunas sombras.


Cuando decis "soy de La Plata", la reacción es un "ah", con tonada a "que lindo" o "que bueno". Es que así nos ven todavía en esa geografía que llamamos "afuera" y que puede ir desde los límites de Australia hasta acá nomás, en San Justo o en el Rincón de Milberg.
En su brutal soberbia, para los porteños es como si viviéramos en Madagascar. "¿Desde allá te venis?", suelen preguntar con una mezcla de falsa admiración y hasta un poco de fastidio porque es seguro que "te venís desde allá" para hacer algo que ellos no pueden o no saben o hacer mejor.
Bastante diferente es cuando decís "soy de La Plata" en algún lugar del interior de la Provincia, en esas ciudades que irrespetuosamente llamamos "pueblos" como si esta fuera Nueva York. En "los pueblos", decir que uno es de La Plata tiene el valor agregado de moverle al otro algún que otro recuerdo grato de días de pensiones, de exámenes, de peñas, de guitarras y de amistades y amores fuertes. Siempre habrá una sonrisa, a veces limpia, a veces tristona pero sonrisa al fin, para agregarle al "ah, sos de La Plata".
Pero en los últimos tiempos, décadas podría decirse, a ese "ah, sos de La Plata" grato y angelado se le han prendido algunas sombras. La inundación, por caso. En ese "afuera" que suele tocar el tema con un "que desgracia", la mayoría cree que se trató de una desgracia. Sólo algunos y algunas tienen claro que ese desastre vino a caballo de un negocio inmobiliario infame, protegido por el poder político, empresarial y mediático, que llenó la ciudad de cemento y la taponó sin piedad.
A partir del deterioro sufrido en las últimas décadas, al "ah, sos de La Plata" no se agrega nada más. Aunque deberían sumárseles los más de 160 asentamientos o "villas miseria" como prefieren decir algunas personas. Debería sumarse el nivel de inseguridad que aterra y sorprende por la impunidad y la falta de respuestas de la policía y la Justicia.
Debería aclararse que La Plata ya no es la ciudad "soñada" como destino por los comisarios del Conurbano. Los tipos celebraban cada traslado porque era dejar el infierno de un robo o un asesinato atrás de otro para llegar a una ciudad donde pocas veces pasaba algo y, encima, las cooperadoras policiales estaban llenas de ciudadanos y comerciantes dispuestos a colaborar generosa y puntuamente. Eso cambió. Ahora cuando a un jefe policial le dicen que su próximo destino en La Plata, frunce el ceño porque ya sabe, o le han advertido, que la ciudad ya no es lo que era.
Ante ese angelado "ah, sos de La Plata" que nos devuelven afuera hay asuntos que habría que decir o acaso mejor callar.
Por ejemplo, que a 50 metros de los hoteles cinco estrellas construídos con dinero de vaya a saber dónde, hay gente revolviéndo basura para comer. Eso no se dice porque así empezó la Rosario (otra ciudad que genera el "ah, que lindo") de Los Monos y los 600 crímenes narco, hasta ahora.
No hay que decir que a pocas cuadras del centro de esa ciudad "soñada" que genera el espontáneo "ah", estalla la más salvaje y vergonzante forma de explotación laboral en lo que se conoce como Cinturón Fruthirtícola con el que se llena la boca cuanto político tiene la oportunidad. Una explotación laboral que va más allá de los límites imaginados. Un Cinturón Frutihortícola "que es orgullo de nuestra Región", dicen los chantas que nunca han movido un pelo para que en medio de tanta inversión shopinera sospechosa se haya instalado una sola envasadora de tomates o de cualquier otro producto del Cinturón para dale valor agregado a esa riqueza.
Ante el sonriente "ah, sos de La Plata", mejor callarse algunas cosas o no. Como que en el Parque Industrial de Abasto, sobre el que se gastaron ríos de tinta para dale manija como logro político y como negocio, la mayoría de los trabajadores vive en Quilmes o Berazategui porque tienen mejores servicios de transporte que los ponen a salvo de llegar tarde. Esto se lo dijeron los empresarios a un grupo de sindicalistas. A las corporaciones que manejan el transporte público en "la ciudad soñada", no se les ha movido un pelo. ¿Y qué pelo le van a mover si los que tienen que ir a reclamar son los mismos que en cada campaña política hacen cola para manguearlos?.
"Ah, sos de La Plata". Si, de la ciudad donde Favaloro y tantos otros profesionales ejemplares por su compromiso social y ético se corrieron para dejarle lugar a media docena de comerciantes carniceros, con todo el respeto que se merecen los carniceros.
"Ah, sos de La Plata". Si, de la ciudad donde en un barrio paquete de negocios impecables pero sospechosamente siempre vacíos, pusieron un cargador para autos eléctricos. Cerca, cerquita nomás de donde vuelta a vuelta la gente corta las calle para reclamar que les vuelva la luz porque se les pudren los dos kilos de nalga para milanesa que tanto les costó comprar.
"Ah, sos de La Plata". Si, hermosa ciudad que supo tener un centro siempre vivo y ahora tiene un cementerio de locales vacíos sobre veredas chorreadas y con gente durmiendo en los cajeros automáticos.
"Ah, sos de La Plata". Si, una ciudad diferente, donde los prestamistas usureros son hoy los principales aunciantes de los medios de comunicación porque los comerciantes, los industriales, los que hicieron fortunas transparentes pelándose el lomo ya no pueden más, ya no dan más.
"Ah, sos de La Plata". Si, la ciudad cuya Universidad es todavía una de las pocas realidades para mostrar con orgullo a pesar de todo.
"Ah, sos de La Plata". Si, la ciudad donde un tipo que se disfraza de Batman y un colorado de Tolosa son las caras visibles de la solidaridad porque al resto de las "instituciones" poco se las ve jugando ese partido.
"Ah, sos de La Plata". Si, de la ciudad que tiene abierta una timba a metros de un par de escuelas. Un antro del que se ve entrar y salir muertos vivientes a toda hora. Eso si, de vez en cuando los que la controlan hacen un "aporte solidario". Una risa. 

"Ah sos de La Plata". Si, la ciudad de lo que ustedes erróneamente llaman "Estadio Unico". Mejor ni te cuento lo que rodeó a su construcción porque Alí Babá te va a parecer  San Martín.
"Ah, sos de La Plata". Si, de la ciudad que salió en todos los diarios por la novedad del Estacionamiento Medido. ¿Sabés qué?. Al que lo diseñó le robaron la idea, lo denunció pero viste como es la Justicia en la ciudad soñada.
"Ah, sos de La Plata". Si. La ciudad donde algunos se escandalizan por los "premios" que alguna vez dio la Facultad de Periodismo pero donde no dicen ni "mu" cuando se les cuenta que el 95% de los trabajadores de medios de comunicación están en negro, precarizados, con sueldos por debajo de lo que dice la ley. Ah pero que barbaridad lo de Chávez.
"Ah, sos de La Plata". Si, pero no te voy a decir es la ciudad que perdió tanto brillo, tantos empleos, tantas fuentes de laburo genuino que ya no alcanzan las lámparitas de 1.000 estadios Maracaná para devolvérselo.
"Ah, sos de La Plata". Si, de la ciudad que a cualquier hora de la madrugada podés recorrerla de punta a punta y no te vas a encontrar con un sólo patrullero, salvo en los playones de las estaciones de servicio o en los comercios donde cumplen (les pagan) adicional.
"Ah, sos de La Plata". Si, de la ciudad donde se tolera la doble fila frente a los colegios de cuota cinco estrellas pero donde se castiga con lapidación al kiosquito de la periferia donde tienen el tupé de vender cerveza o vino en cajita después de las 21 y sin "licencia".
Alguna vez fue la más linda. Hoy, pese a todo, es la que más nos gusta. Por eso seguiremos recibiendo como una caricia el "ah, sos de La Plata". Aunque por dentro nos duelan y nos quemen algunas realidades. Realidades que se pueden cambiar...ojalá.
Feliz cumple.

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