El asesino de mi padre fue liberado hace varios años por la ley argentina. No tengo mucho que decir acerca de esto. Mató y hoy está libre. He recorrido cárceles en mi tarea desde La Plata Solidaria, he estado de casualidad en la casa de la hermana del homicida de mi padre en una noche fría cuando repartíamos frazadas con el "abrigo móvil", y he comprendido que cada uno asimila el dolor de la violencia a su modo, cómo puede.

El problema del mal llamado "garantismo" es cuando se regodea en una posición que avala cualquier cosa. No es "garantismo". Pareciera ser una posición de las llamadas "proges" para justificar en nombre de la libertad disparates más cercanos a un posteo en alguna red social que a la vida misma. Así como mi camino ante el dolor fue uno hay otros, muchos y respetables todos.

Lo que crispa a la sociedad no es que un ladrón de stereos vaya a su casa. Lo que indigna es que jueces y fiscales, montados sobre la anuencia política, ejercen un festival de impunidad creyéndose Foucault.

Si a la familia del pibe del delivery al que le volaron la cabeza por 200 pesos no le damos consuelo la revancha no es que ésta grite y exija la pena de muerte contra los "derechos humanos de los chorros".

La revancha es que de a poco vamos a profundizar con COVID o sin él, una guerra que en el territorio ya está en ciernes. El Ojo por Ojo.

El cumplimiento de la ley es la muralla que detiene este canibalismo. Cumplan con la ley y serán garantes de una sociedad en paz, ahora, sí quieren jugar al Lenin se deberán hacer cargo de sus actos y de los nuestros y cuidado...no vaya a ser que un día la bala recorra un estrado judicial y haga blanco en el Código Penal.