Las corporaciones económicas mundiales, ese mega poder que marca las líneas entre los países del llamado primer mundo y el resto, siguen considerando a la Argentina como "una verdadera picardía". Entienden que la aplicación de políticas de mercado, con Estados no intervencionistas y con derechos laborales acotados a las necesidades empresarias, Argentina podría haber sido Australia. Están convencidos de que ese modelo chocó y choca con un obstáculo que les resulta imposible de salvar: el peronismo, una forma de pensamiento inspirada en el humanismo y las bases filosóficas de la doctrina social de la Iglesia donde, a diferencia del pensamiento anglicano que esos poderes profesan, ser pobre no es pecado y la riqueza supone una responsabilidad con el otro, sencillamente porque nadie se realiza en una sociedad que no se realiza.
Desde hace 70 años vienen responsabiilizando al peronismo, haciéndole cargo de que Argentina no haya sido Australia. De no haber podido crecer en base a esa doctrina del "you are fired" o "está despedido".
No han podido hacerlo y esa es la más grande factura que le siguen pasando a quienes históricamente han sido sus aliados.

EL GOLPE A ALFONSÍN Y EL GOLPE EN MARCHA

En los 80, una esperada derrota del peronismo los hizo creer que se podría avanzar sobre esos derechos que necesitan que no estén para consolidar el proyecto cuya mejor postal acaso sea esa canallezca teoría del derrame, la que dice que hay que llenar a reventar la copa de los ricos para que lo que sobre, caiga sobre la de los pobres. Pero se encontraron con Raúl Alfonsín. Un demócrata con todas las letras que no les dio cabida. Se lo hicieron pagar con un golpe económico que tuvo a la inflación como el ariete que derribó la puerta de la constitucionalidad que tanto había costado conseguir. La pulverizaron. Buena parte de los radicales hoy siguen sin ver que sus empleadores en el Partido Conservador, al que decidieron ingresar en 2015, son los mismos que operaron ese golpe contra Alfonsín.
En los 90, buena parte del peronismo contribuyó al genocidio económico que vendría. Hay que decir también que un grupo de dirigentes sindicales fue clave en la marcha de ese "exitoso" proceso de "modernización" que dejó a miles de argentinos y argentinas en la calle después de haber sido seducidos por magras sumas de retiros voluntarios o indeminaciones flojas de papeles.
Ahora, para poder instrumentar el you are fired, las corporaciones de adentro y de afuera necesitan otra vez que un sector del peronsimo se deje seducir y los acompañe. Para eso hay que dividirlo. Para dividirlo hay que apuñalarlo, desangrarlo.
Esta vez no hay retiros voluntarios en dólares, no hay una inflación falsamente controlada bajo una olla a presión que pueda estallar como en 2001. Necesitan otros argumentos para dividirlo y desangrarlo, para lograr esa debilidad que les permita llevarlo de las narices, como en los 90.
El plan tiene como eje central cumplir con un histórico reclamo, una permanente exigencia de las corporaciones de adentro y de afuera. Se llama reforma laboral o, "modernización" como con cierta verguenza llaman algunos. Esa reforma busca retrotraer derechos, podar las ramas históricas del peronismo que son sus conquistas sociales y laborales. Despedir sin indeminzar; reformar los cálculos vinculados a los aportes patronales, extender horarios y días de trabajo.
Y si no les gusta, "you are fired".

LA CHARLATANERÍA MILITANTE

Entre las cartas que han empezado a jugar figuran las campañas mediaticas y la charlatanería del comentarismo militante; los fallos judiciales inesperados como la "oportuna" liberación de José Lopez. También la inflación persistente, operada por gigantescos grupos empresarios que no pueden explicar cómo es que en un país "inviable", como les gusta llamarlo casi con perverso orgullo, hayan duplicado sus rentabilidades en el año de la pandemia, en el actual y, por lo visto, en el que viene también.
El juego de esas cartas apunta a un objetivo claro que es la demonización de un sector del peronismo. El que desde hace ya más de una década se les ha convertido como otra filosa piedra en el zapato. En busca de una etiqueta que "venda", la llaman kirchnerismo al que niegan su pertenencia al peronismo para fogonear esa división con la que sueñan y necesitan para llevar a cabo su plan, su "you are fired".
En 2015 soñaron con un "no vuelven más" que a solo meses de andar ya les había explotado en la cara. En 2019 las corporaciones de adentro y de afuera no podían creer lo que estaban viendo. Habían esperado 70 años para poner en marcha el you are fired sin recurrir a los golpes militares con sus consecuentes secuestros y torturas. Era la primera vez que la derecha llegaba por las urnas. Pero les duró tan poco que apenas si pudieron parpaderar.
Para ese poder, Mauricio Macri resultó un pésimo empleado que ahora buscan reemplazar. Pero de nada servirá encontrarlo y subirlo al poder si antes no se sacan la piedra del zapato.

DEMONIOS

La demonización sistemática del un sector del peronismo con la intención de partirlo en dos, está en marcha.
Obedece a un plan que se parece, peligrosamente, al golpe económico que padeció Raúl Alfonsín. Tiene a los mismos actores y actrices.
Ese plan de demonización tiene un objetivo claro: saltar ese gran obstáculo que desde hace 70 años les impide el sueño del "País Rico, aunque el pueblo no lo sea ni por asomo".