miércoles 26 de marzo de 2025 - Edición Nº4200
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Lo que no te cuenta la derecha: analizan el sorprendente crecimiento económico de Venezuela

En un artículo del periodista Augusto Taglioni, el portal La Política On Line ofrece una visión objetiva sobre el proceso electoral que que se viene en Venezuela y su crecimiento económico.


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"Venezuela encara elecciones presidenciales con pocas garantías de transparencia pero un crecimiento económico sorprendente. La libre competencia de monedas como factor de estabilización. ¿El sueño de Milei?", señala Taglioni en el inicio de su sesuso análisis que a continuación reproducimos.


Venezuela transita el mes de las elecciones presidenciales en un contexto de incertidumbre política y pocas garantías de transparencia en los comicios. Como suele ocurrir en el régimen bolivariano, el número de participación, la observación electoral y el posterior reconocimiento internacional es una moneda al aire que amenaza siempre con una crisis mayor.

La previa no ayuda a los que apuestan a una normalización. Con candidatos opositores proscritos como Henrique Capriles y María Corina Machado, esta última luego de ganar de manera contundente una primaria opositora que no tuvo el aval del organismo que rige el proceso electoral, el Consejo Nacional Electoral.
Sin embargo, hay una diferencia con 2018 donde los partidos mayoritarios opositores no participaron y apelaron a una rebuscada interpretación de la Constitución que, amparado en la idea de vacío de poder, le daba el entonces presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó el derecho a asumir la presidencia.

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Esa estrategia, a pesar de haber logrado el apoyo de 50 países de la comunidad internacional, fracasó rotundamente, sus funcionarios y arquitectos están envueltos en diversas tramas de corrupción y ahora la oposición es víctima de su propia política fallida. ¿Cómo se convence a los ciudadanos a los que se le dijo que votar era ser cómplice del régimen que tiene que ir a votar bajo sus reglas para intentar sacarlos? Ese es el dilema más complicado que enfrenta los que sueñan con el fin del chavismo.

En paralelo, el chavismo inclina la cancha a su favor. La migración forzada de casi 6 millones de personas que no pueden votar en el exterior, la no obligatoriedad para el voto y la burocracia para inscribirse y ejercer el sufragio juega a favor del núcleo duro chavista.

En el centro de la escena está el nivel democrático del proceso, la transparencia y el reconocimiento de los resultados. En eso piensan Lula, Estados Unidos, la Unión Europea y todos aquellos que pretenden que Venezuela deje de ser un problema. Sin embargo, hay un factor que pocos profundizan y puede ser más determinante que todo lo anterior para definir los próximos cinco años: la economía.

Venezuela supo estar en la tapa de los diarios por la agudización de la crisis a partir de 2014, la represión a las protestas y la pérdida de libertades democráticas pero también por la hiperinflación y unas crisis económica que obligó a millones de venezolanos a abandonar el país. Para el gobierno, por culpa de las sanciones económicas, para la oposición por mala praxis bolivariana. La realidad siempre contempla grises y seguramente estemos ante una combinación de ambos factores.

Los informes de los medios internacionales sobre el desabastecimiento de los supermercados y los fajos de billetes de bolívares para comprar un paquete de cigarrillos dejaron de verse. Esto es así porque Maduro implementó un plan de estabilización basado en la libre competencia de monedas que pulverizó el salario en bolívares pero frenó la estampida de precios. Un proceso de dolarización de facto con la puesta en funcionamiento de una Zona Económica Exclusiva que impuso el libre comercio por regiones. Lejos de los manuales del "Socialismo del Siglo XXI", el chavismo decidió aplicar medidas de corte ortodoxa.

Maduro implemento un plan de estabilización basado en la libre competencia de monedas que pulverizó el salario en bolívares pero frenó la estampida de precios. Un proceso de dolarización de facto con la puesta en funcionamiento de una Zona Económica Exclusiva que impuso el libre comercio por regiones. Lejos de los manuales del "Socialismo del Siglo XXI", el chavismo decidió aplicar medidas de corte ortodoxa.

En efecto, el uso del dólar en el marcaje de precios en el peor momento de la hiperinflación permitió anclar un valor real para ser usado como referencia de precios y la circulación de billetes de dólares facilitó las transacciones combinada con la disciplina monetaria y fiscal con que el gobierno y Banco Central sorprendieron junto con la devolución reciente de algunas propiedades expropiadas en el pasado por el mismo gobierno, marca una diferencia con la conducción de la economía antes de 2019.

María Corina Machado.
María Corina Machado. AP
El punto de inflexión de este giro fue cuando Maduro accedió en 2018 a derogar la Ley de Ilícitos Cambiarios y así aceptar como legales las transacciones en dólares, algo que ya venía ocurriendo en la informalidad. La dolarización de facto de la economía venezolana también fue acompañada por un rápido ajuste del déficit fiscal en un intento prácticamente perdido -tras sacarle 14 ceros al bolívar desde 2007- por recuperar la política monetaria.

Las consecuencias de este proceso, además de salarios, pensiones y jubilaciones bajísimas, fueron la generación de nuevos ricos, un nuevo e inesperado clima de negocios para la oligarquía local y un mercado informal del dólar que permite que el consumo de la población esté por las nubes. Los shoppings explotados de gente, los restaurantes llenos y eventos como el Rumbón que se realiza en Caracas con entradas de 200 dólares para arriba son un ejemplo de este fenómeno. "El sueño de Milei", bromea un dirigente que trabaja en la campaña.

Esta semana se desarrolló en Caracas un Seminario de Desarrollo Económico donde se cristalizó esta nueva etapa con la presencia de empresas de diversos sectores nacionales y combinó la narrativa bolivariana que se mantiene en el espíritu pero acompaña la nueva retórica de bajar los impuesto y generar seguridad jurídica, un nuevo socialismo con particularidades venezolanas.

El punto de inflexión de este giro fue cuando Maduro accedió en 2018 a derogar la Ley de Ilícitos Cambiarios y así aceptar como legales las transacciones en dólares, algo que ya venía ocurriendo en la informalidad. La dolarización de facto de la economía venezolana también fue acompañada por un rápido ajuste del déficit fiscal en un intento prácticamente perdido -tras sacarle 14 ceros al bolívar desde 2007- por recuperar la política monetaria

La vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, dijo que "esperamos decir en menos de 48 años que no solo existió el milagro de China sino también el milagro de Venezuela".

En marzo de este año, Maduro anunció oficialmente que Venezuela crecerá un 8% en 2024. El gobierno aspira al final del tercer mandato madurista en 2030 al nivel de inflación más bajo en los últimos diez años.

Los números del Palacio de Miraflores tienen el aval del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En su informe "Perspectivas Económicas Globales para el 2024", el FMI destacó a Venezuela como el país que más crecerá en América Latina este año. Habla de un incremento del 4,2%, el consumo privado en un 2,5% y la inflación final del 2024 estaría en torno al 50%, números más favorable que Ecuador, que solo crecerá un 0,1%, y Argentina, que caerá un 2,8%.

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Además, el documento del Fondo rescata un informe del equipo del PNUD que pronostica un aumento de la producción promedio de crudo en 73 mil diarios al año, lo que llevaría el nivel de producción promedio a unos 856 mil barriles diarios, un incremento del 9%.

Otro reciente dato positivo para el país es la Encuesta de Coyuntura Industrial del primer trimestre de 2024 (ECI-I24), que arrojó que la producción industrial privada creció 16,9% en comparación con el mismo período de 2023. Según el pronóstico del FMI, el crecimiento de Venezuela será superior al de la economía mundial, que continuará creciendo un 3,2% en 2024 y 2025, al mismo ritmo que en 2023. O sea, digamos, una economía que vuela.
El gobierno venezolano maneja dos encuestas. Una muestra un balance muy negativo de la población sobre la situación en el país con casi el 90 por ciento que considera el contexto como preocupante y muy preocupante. Sin embargo, el chavismo se aferra a la proyección de las expectativas donde casi un 56 por ciento de los venezolanos proyecta una mejora en el futuro.

En este cuadro, la otra encuesta refleja que la intención de voto de Maduro está en el 39 por ciento, 8 puntos arriba que el candidato de la Plataforma Unitaria Edmundo González. Con proyección de indecisos, la diferencia se ubica en 43,2 contra 34,2. El dato que sorprende de este relevamiento es que un 11 por ciento de los que hubiesen votado a María Corina Machado, ahora votarán por Maduro.

El punto de inflexión de este giro fue cuando Maduro accedió en 2018 a derogar la Ley de Ilícitos Cambiarios y así aceptar como legales las transacciones en dólares, algo que ya venía ocurriendo en la informalidad. La dolarización de facto de la economía venezolana también fue acompañada por un rápido ajuste del déficit fiscal en un intento prácticamente perdido -tras sacarle 14 ceros al bolívar desde 2007- por recuperar la política monetaria

 

Es evidente que el chavismo necesita pelearse con ese espantapájaros del imperialismo para nutrir a su base de una épica que no abandone los orígenes pero la realidad impone cimientos bastantes diferentes al del chavismo original, un cambio lógico, esperable y para celebrar.

El rol de potencia petrolera cotiza mucho mas que en 2018 cuando no había guerra en Ucrania y la necesidad de meter más jugadores en el mercado petrolero volvieron más atractivos a los demonizadnos Venezuela e Irán, por citar algunos.

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Será interesante ver la reacción de Donald Trump si le toca volver al gobierno en 2025, pero la incapacidad de torcerle el brazo durante todo su mandato y en condiciones mucho menos favorables hacen pensar que tal vez el republicano ponga sus prioridades en otro lado y decida llevarse mejor con Maduro para evitar un enclave chino-ruso en el corazón de Sudamérica, algo que a Lula tampoco le hace mucho gracia.

En definitiva, por fuera de la especulación, los meses y las peleas tuiteras de la grieta lo que vemos es un proceso que encontró una palanca para volver a arrancar. El milagro o milagrito venezolano es haber evitado volverse un estado fallido en una crisis parecía terminal.

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